Mentir

 

Deshonrar la palabra se volvió natural en la función pública


Rubén Lara León

Mentir es consustancial a gobernar.

Deshonrar la palabra se volvió natural en la función pública. No es pesimismo, es simple realidad.

Es una circunstancia presente en todo el mundo. Trump miente con frecuencia, por ejemplo con el tema de su elección, y Putin también. Macron desencantó a un electorado volcado a su favor en las urnas, y resultó frívolo, intolerante y represivo. Hace poco se filtró una grabación de su jefe de seguridad golpeando brutalmente a un joven.

No hizo nada al respecto, una suspensión menor fue la única respuesta a una opinión pública indignada al extremo por el hecho.

Mariano Rajoy dejó el gobierno español al descubrirse falsedades en las cuentas de su partido, y en Perú ha habido una larga cuenta de relevos en la presidencia por ocultamiento o maquillaje de información pública o personal.

Casi no hay país ajeno a esta plaga y, desde luego, México es también un escaparate de embustes. Se da a todos los niveles. Mintieron los Duarte, Borge y Madrazo en su tiempo. Engañó Mancera en la CDMX al decirnos que no había crimen organizado en la capital.

Hoy se asalta a la luz del día, y se mata a mansalva, la extorsión es común, hace poco la denunciaron empresarios de Polanco, pero está en Tepito, Narvarte, Coyoacán y en todos lados. Hay una trama insolente de falsedades en el tema y recursos de la reconstrucción después del sismo, entre otras mil lindezas, pero el tipo está tranquilo viendo de lejos el efecto de sus mentiras, pues por aquí no es costumbre rendir cuentas, Pronto empezaremos un nuevo registro, al asumir los recién electos. Ya salieron las primeras patrañas. Se aseguró que se eliminarían las fotomultas, pero era un embuste de campaña. Con el cargo en la mano, se confirmó su vigencia. No tenemos remedio.