México con Trump: diplomacia de la ingenuidad

 

Trump estaba comprometido con la construcción del muro al entrar su administración


Todos los datos filtrados a columnas para ilustrar que la comisión especial iba volando hacia Washington cuando el presidente Donald Trump lanzó su tuit anunciando la construcción del muro revelaron el principio rector de la diplomacia mexicana: la ingenuidad.

Si se revisan los archivos, los hacedores de las políticas mexicanas habrían descubierto que Trump estaba comprometido con la construcción del muro al entrar su administración y lo fue repitiendo en campaña y en el interregno como presidente electo.

Y en los días previos al martes de la decisión hubo datos –no indicios, ni sospechas, ni rumores– de que el muro sería anunciado en breve. Sólo la ingenuidad de los responsables de la diplomacia pudo haberse sorprendido e indignado por el anuncio y sólo los ingenuos esperaban que Trump entrara en razón cuando en sus primeros cinco días había dado muestras de insensibilidad política.

La clave para entender el momentum mexicano en su relación con EU se localiza en la decisión en Los Pinos de suponer que Trump sería un político tradicional, cuando a lo largo de su campaña y la presidencia electa demostró una forma atrabancada de hacer política. Por tanto, nada señalaba que pudiera prever que su promesa del muro iba a ser pospuesta. El Gobierno mexicano creyó que Trump era un mentiroso político priista.

Y la crisis en las relaciones bilaterales responde a la indefinición de la diplomacia mexicana ante el gobierno de Trump y la suposición que los contactos de Luis Videgaray Caso con el yerno del nuevo presidente estadounidense alcanzaría para hacerlo entrar en razón. Y creer dentro de la ingenuidad que México tendría una relación especial con Trump. En el fondo, los retrasos en la definición de una política exterior bilateral beneficiaron a Trump. Y ahora se quiere vender como gran victoria –dato filtrado a columnas– que Videgaray logró que Trump anunciara el muro sin insultar a México.

El hamletismo –ser o no ser, el principio de la duda– en la política exterior ha llevado a México a la derrota diplomática, sin entender que la política es la guerra por otros medios y la diplomacia es el campo de batalla de todas las guerras. Luego del anuncio del muro y el portazo a Videgaray y su comisión de notables, México entró en una nueva etapa de dudas: ir o no ir a la cita el 31 de enero.

Pero el problema es otro: lo de menos es ir o no ir, lo más importante es la definición de cuando menos tres puntos: la nueva relación bilateral, el anuncio de proyectos de desarrollo industrial y agropecuario para encarar el fin del tratado salinista de comercio libre y la construcción de un liderazgo político interno no para confrontar a Trump, sino para frenar la ruptura interna.

El vacío en las definiciones de gobierno ha entregado el espacio de las pasiones cotidianas a las redes del pánico cibernético autodinamizado, mientras los liderazgos de la oposición actúan en sus estrechos espacios de ambiciones sucesorias sin pensar en una estrategia integral. Las intervenciones presidenciales han carecido de estrategia y de táctica y sólo han creado otros vacíos. Y las redes quieren que México le declare la guerra a Trump.

El problema mayor con EU es de México: los migrantes huyen de la crisis, del desarrollo mediocre provocado por el tratado salinista y por la falta de empleo y bienestar.

Política para dummies: La política es la facilidad para ir un paso adelante de los demás, no quedarse muchos pasos atrás.