Misiles II: Chile también

 

El gobierno de Chile fue convencido por Estados Unidos, en julio de 2016, para que comprara 33 misiles del tipo ESSM para sus viejas fragatas adquiridas en Europa


Antes que México, el gobierno de Chile fue convencido por Estados Unidos, en julio de 2016, para que comprara 33 misiles del tipo ESSM para sus viejas fragatas adquiridas en Europa. Estas armas, diseñadas para la defensa y para confrontar ataques de misiles antibuque supersónicos, son veloces a su vez y pueden atacar blancos en el aire y en el mar, auxiliadas por torpedos. Los misiles ESSM, también llamados RIM-162, fabricados en Estados Unidos, tienen la cualidad de que, teledirigidos contra un blanco específico, son capaces de corregir la trayectoria en el camino.

En redes aparece un misil disparado por las tropas rusas que dio en el blanco a más de cien kilómetros de distancia, durante un ensayo en paisajes nevados, desde donde el proyectil sale expulsado en forma vertical y “busca” el objetivo escogido, predeterminado por la computadora, como un perro beagle que olfateara a la presa y guiara a sus amos en una tradicional cacería de liebres con nobles cabalgando en sus corceles.

ESSM es apócope en inglés de Evolved Seasparrow, así llamados los misiles tácticos y telemétricos que fabrican, entre otras industrias bélicas, Raytheon, con base en Tucson, Arizona, la que se dice surtirá de misiles a México, y Lockheed.

La tecnología avanza a pasos agigantados y los ESSM que comenzaron a fabricarse en 2002 pronto serán sustituidos por nuevos misiles que tripliquen el rango de alcance de los actuales. Llegarán hasta a 481 kilómetros, mientras que los hoy muy precisos ATACMS (Sistema de Misiles Tácticos del Ejército) si acaso pegan en un blanco a 160 kilómetros.

Compiten en la carrera armamentista, contra los arriba mencionados, otros exactísimos y muy veloces, llamados Long Range Precision Fires (LRPF). Las empresas más cercanas al Pentágono y a todo el aparato militar de Estados Unidos están en una frenética carrera por ser los primeros en producir los prototipos más avanzados. Más allá de quien pise la meta primero, se calcula que en 2020 se podrán ver los primeros lanzamientos de prueba de nuevos y poderosos misiles ya incorporados a los arsenales de EU unos cinco años después.

¿De qué sirve esta información a los mexicanos? Quizá para hacernos preguntas de por qué el gobierno de nuestro país y la fuerza de su Marina se empeñó en adquirir este material bélico que, en principio, fue diseñado para repeler ataques de otros barcos de guerra.

Con misiles ESSM que alcanzan unos 50 kilómetros, ¿van a disparar los marinos contra naves sospechosas de transportar cargas de droga? ¿Hay alguna amenaza externa contra el país?

Estos misiles –ya no tan modernos, pues pronto serán desechados en Estados Unidos porque vienen desarrollándose otros hace décadas– se colocarán aquí en fragatas llamadas Sigma Clase 10514, que fabrica México en alianza con los Países Bajos, las más grandes que hayan surcado los mares con la divisa de nuestra Marina.

Capaces de colocarse en posición de combate antiaéreo y con potencia para atacar y destruir submarinos nucleares, están “sobrados” para las necesidades de México. Pintan un horizonte hiperviolento en el mar territorial. Frente a la amenaza potencial en los océanos –nadie ataca al país– resultan excesivos misiles contra aquellas lanchas rápidas que rescatan paquetes de cocaína lanzados desde aeronaves, barcos camaroneros, buques de carga y contenedores con droga oculta entre mercancías. ¿O piensan atacar a submarinos colombianos de fabricación casera? Nomás eso nos faltaba.