No esperemos nombres muy conocidos

 

El ciudadano está cansado del sistema establecido


El mensaje del pasado 5 junio fue muy claro: el ciudadano está cansado del sistema establecido, busca el cambio y está harto de la maldita corrupción.

Cansados de promesas incumplidas, del lujo con el que viven los que manejan los recursos públicos, de la frivolidad de sus familias, la corrupción galopante que les acompaña, el desvío de recursos para financiar procesos electorales y el continuo empobrecimiento de la clase más desprotegida, el sufragante les está diciendo adiós a los gobernantes en turno.

Javier Duarte, César Duarte, Roberto Borge y Guillermo Padrés son los ejemplos más próximos de “cochupos”, “moches”, tranzas y enriquecimiento explicable.

Pronto va a caer mi vecino, mi conocido, o el amigo de tal y cual; esa es la conversación de millones de mexicanos que tiene en la mira a alguien que trabaja en el Gobierno, y que posee un estilo de vida por arriba de sus ingresos legales.

Y ojalá así sea: que todos aquellos que roban nuestros impuestos pierdan sus empleos, vayan a la cárcel y devuelvan lo que se volaron. Si alcanzan los centros de readaptación social para recluirlos, es otra historia.

Vienen las elecciones para gobernadores en Nayarit, Estado de México y Coahuila y la decisión de las cúpulas partidistas y del presidente Peña Nieto (como jefe político del PRI) es escoger a los menos vulnerables ante la corrupción.

Y claro, muy pocos pasarán el decantado, la lista se reducirá y varios quedarán fuera.

En otras palabras: los nombres y apellidos de los candidatos (as) a su suceder a Roberto Sandoval, Eruviel Ávila y Rubén Moreira no serán los más conocidos, ni los que posean mayor rating, sino quienes puedan presentar su declaración 3de3 sin problema, no son hijos políticos de ningún narcopersonaje, ni patrocinados de un exgobernador señalado por la malversación de fondos.

Por eso, no esperemos nombres muy conocidos.

Serán los elegidos los menos corruptos y los de mayor experiencia.