No hay buenas noticias

Vladimir Galeana Publicado el
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Definitivamente no hay buenas noticias para México.

Lo que muchos temían comienza a asomarse en la conciencia colectiva. El autoritarismo ha llegado para avasallar con su imperiosa voluntad a la conciencia de todos los mexicanos, de todas las latitudes, de todos los rincones de la hasta ahora generosa geografía. El México que concebimos y que construimos está en un grave riesgo ante la evidencia autoritaria mostrado por quien ahora dirige los destinos de la azorada nación.

Hay que decirlo con todas sus letras, el talante voluntarista mostrado y demostrado por el Presidente de la Republica, Andrés Manuel López Obrador, ha causado enorme preocupación en los principales sectores de la economía. La toma de decisiones no corresponde a una estrategia de Estado, sino a caprichos eventuales y ocurrencias de momento porque piensan que son los constructores del país al que siempre aspiraron la camarilla de malhechores que el supremo líder eligió de entre la escoria borrascosa del pasado, esos que se precian de ser limpios y puros por mandato del “”Bien Amado Camarada Líder”.

A la incertidumbre política tenemos que agregar la economica, porque los mercados no están por el momento favoreciendo al proyecto de gobierno a causa de la impericia del titular de la Hacienda Pública Carlos Manuel Ursúa Macias, quien no atina a maniobrar adecuadamente las reacciones que provocan los procesos de la economía y los mercados. Lo peor es que si a la impericia se suma el desconocimiento, el desastre se presentará imperiosamente en el corto plazo.

Las pérdidas por decisiones tomadas con el estomago antes que con la cabeza, han sido cuantiosas. Pero también hay que decir que la disminución en la recaudación no tardará en propiciar la búsqueda de capitales foráneos para evitar que los mercados internos entren en crisis. Y no hay que ser muy experimentado para encontrar el origen de este tipo de eventualidades, ya que a las decisiones coyunturales que está tomando el Presidente de la Republica se reflejan en los mercados internos y externos. Para decirlo más claro, el voluntarismo presidencial está causando terribles daños en las arcas públicas.

Pero lo mas preocupante es la tendencia a la descarada mentira, el desprecio por la evidencia y el conocimiento, y la presumible solución militarista para los males que aquejan a los ciudadanos con la inseguridad pública. La hipocresía es la tónica de la camarilla de marrulleros que ahora llena la vida pública por todos los rincones del suelo patrio. La desverguenza es la identidad de los nuevos tiempos, el Presidente de la Republica responde más a los impulsos de la plaza pública antes que a los expertos.

El verdadero problema es que de seguir por el mismo sendero no tardaremos mucho en presenciar el réquiem del México que hemos construido durante muchas generaciones. El Presidente de la Republica que juró defender a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos le ha dado la espalda a quienes lo eligieron y decidió ordenar que se violara el documento que nos ha garantizado la convivencia armónica a todos los mexicanos, de todos los orígenes y de todas las latitudes. El autoritarismo está a la vuelta de la esquina. Pobre país.

Al tiempo. Vladimir.galeana@capitalmedia.mx

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