Nuestra utópica esperanza

 

Han apostado por cuatro rubros: educación, salud, servicios básicos e infraestructura


Uno de los grandes soñadores de la historia, quien fuera nombrado Santo por la Iglesia Católica, tuvo la idea de generar un plan o un sistema de gobierno integrado por una sociedad perfecta, un gobierno justo, pero sobre todo un escenario donde todo discurre sin conflictos y en armonía. A eso, o a lo que entendía como eso, lo llamó “utopía”, y después de cerca de 500 años los seres humanos seguimos pensando que quizá si nos pusiéramos de acuerdo lograríamos ese estado perfecto en el que cabríamos todos con los mismos derechos y similares obligaciones.

Nuestro problema es que ni nosotros caminamos en ese sentido, ni quienes nos gobiernan porque nadie ha encontrado el camino para la solución de todos nuestros conflictos. A todo esfuerzo que emprendemos le damos el carácter de “utópico” por la dificultad de alcanzarlo, pero lo que nunca hemos entendido es que ese ideal no puede ser puesto en marcha de manera perfecta, pero podemos intentar acércanos lo más posible para construir una sociedad más igualitaria.

El problema de los mexicanos es que los gobernantes prefieren entenderse con los empresarios antes que con los gobernados, y eso es parte del conflicto histórico, porque la brecha entre ricos y pobres seguirá provocando daño en tanto a la lucha contra la pobreza no se sumen los ricos para encontrar un crecimiento sostenible que siente las bases de una sociedad más igualitaria. Los países del norte de Europa construyeron un modelo así que les ha generado un excelente resultado, y las vertientes no son muy difíciles de alcanzar.

Por principio de cuentas generaron Estados Sociales que garantizan el acceso a los servicios básicos, lo que se convirtió en una obligación primigenia del Estado. Nunca hablan del futuro como una entelequia, sino que establecen políticas públicas que conllevan una distribución más justa del ingreso, con objetivos precisos a corto, mediano y largo plazos.

Han apostado por cuatro rubros: educación, salud, servicios básicos e infraestructura. Así de simple y sencillo, y sin proyectos o planes irrealizables. Han optado por el establecimiento de salarios de forma progresiva y de acuerdo a las capacidades de los hombres y mujeres que salen de sus centros de formación profesional. Nosotros tenemos un problema desde el momento en que la valoración de nuestros egresados de los centros de educación superior precarizan el salario, al grado que no se compite por capacidades, sino por oportunidades de momento.

Por ello es impostergable que nuestra política salarial cambie y podamos así, otorgarle fortaleza al nivel de adquisición. Mientras no encontremos el camino de la transparencia y la rendición de cuentas, si realmente queremos combatir la marginación y la corrupción, las cuentas de las estructuras de gobierno tienen que ser públicas para que seamos los mexicanos quienes nos encarguemos del fortalecimiento del derecho. No es utopía, es algo alcanzable, claro, si existiera voluntad en las clases dirigentes. Al tiempo.

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