¿Nuestros recursos?

 

A los ciudadanos nos toca vigilar que se gaste honesta y eficazmente


El terremoto ha puesto sobre la mesa el tema de los llamados recursos públicos, en general, y en particular la cuestión de los recursos multimillonarios que, con motivo de las campañas electorales, recibirán los partidos políticos el año entrante, recursos que, ésta ha sido la petición masiva en las redes sociales, deberían destinarse a la reconstrucción, con lo cual estoy de acuerdo.

El fundamento de dicha petición es la afirmación de que esos recursos, llamados públicos, no son de los partidos sino de los ciudadanos, afirmación que es falsa. Esos recursos no son nuestros (los ciudadanos) sino del gobierno (los gobernantes), por más que, de entrada porque así le conviene al gobierno, nos hagan creer que sí lo son, llamándolos públicos.

En el momento en el cual, cobrándonos impuestos, el gobierno nos obliga a entregarle parte del producto de nuestro trabajo, ese dinero deja de ser nuestro y pasa a ser suyo. Algo es de uno cuando uno puede usar, disponer y disfrutar de ese algo. Con relación a los llamados recursos públicos, yo, tú, usted, ¿podemos realizar cualquiera de esas conductas: usar, disfrutar o disponer? Nosotros, los ciudadanos, los particulares, el público, ¿participamos en la elaboración del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2017? El público, los particulares, los ciudadanos, nosotros, ¿estamos participando en las decisiones que en el Congreso de la Unión se están tomando en relación con el uso, disfrute y disposición de esos recursos? Se puede responder que, indirectamente, por medio de nuestros diputados, que son nuestros representantes, sí estamos participando. ¿De veras? ¿Los diputados nos representan? ¿Su diputado se ha acercado a usted para preguntarle qué opina del Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el 2017? ¿Para preguntarle de qué manera considera usted que ese dinero debe usarse, disfrutarse y disponerse? No, claro que no.

No nos engañemos: el dinero público no es de los ciudadanos sino de los gobernantes. A los ciudadanos nos toca vigilar que se gaste honesta y eficazmente.