Odebrecht y el acuerdo de impunidad

 

La ley tiene que aplicarse sin distingos


Pareciera que alguien intenta recomponer las cosas en torno a los actos indebidos cometidos por la firma brasileña Odebrecht. El gigante sudamericano de la construcción ha generado daños por todo el continente americano y diferentes partes del mundo con base en su poder corruptor.

La entrega de cientos de millones de dólares para la adjudicación de contratos gubernamentales ha sido la estrategia más exitosa de los últimos años para la obtención de estratosféricas utilidades.

Muchos se ha dicho y mencionado de los hombres y mujeres que tuvieron trato con los altos directivos de la firma brasileña, pero me parece que hasta ahora no tenemos idea de lo que verdaderamente ocurrió porque no ha existido un interés verdadero por descubrir esa realidad, por muy lamentable que sea. Para decirlo más claro, desde las esferas gubernamentales se ha venido administrando el problema para evitar que el escándalo cimbre de forma irremediable las bases de nuestro sistema de Gobierno, pero aunque muchos no lo quieran aceptar lo aconsejable es arriesgarnos para comenzar el saneamiento de la mayor enfermedad que tenemos los mexicanos: la corrupción.

En lo personal creo que no merecemos lo que está ocurriendo, porque lo único que ha generado este tipo de actos cometidos por la firma brasileña y algunos funcionarios corruptos, es una brutal desconfianza en las instituciones y en quienes las encabezan. Mucho se dice acerca de lo que pasa en torno a la disposición del dinero público cuando es utilizado para la obtención de beneficios personales, y hay que reconocerlo, no hemos sido lo suficientemente duros a la hora de castigar conductas ilegales.

Eduardo Sánchez, vocero de la Presidencia de la República, ha revelado que Odebrecht se acercó al Gobierno buscando impunidad para los empleados implicados en los actos de corrupción, y ofreció a cambio información para avanzar en las indagatorias. El hecho que los directivos de la constructora transnacional ofrezcan el pago de un resarcimiento para salir bien librados no debe, por ningún motivo, ser el principal elemento de una posible negociación.

México no puede colocar como mercancía de cambio esa impunidad que solicitan los altos directivos de Odebrecht, y tampoco para quienes en este país se han beneficiado con la obtención de grandes capitales ilegales. No existe un sólo resquicio legal para que eso ocurra, pero tampoco lo pueden permitir desde las instancias oficiales. Con una opinión pública desfavorable como se ha presentado hasta ahora, pretender hacerlo sería tanto como colocarse la soga al cuello.

La ley tiene que aplicarse sin distingos, y tampoco nos tiene que importar que entre los presuntos responsables existan amigos del Presidente de la República porque ellos mismos saben que protagonizaron un acto de traición a quien les otorgó la oportunidad de convertirse en servidores públicos de primer nivel. Si el presidente Enrique Peña Nieto quiere pasar a la historia como un hombre probo, tiene que castigarlos, así sean sus amigos más cercanos. Una cosa es entregarles su confianza, pero otra cosa es aprovecharse de ello para traicionar al amigo. Así de simple. Al tiempo.

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