Otra vez la fiscalía

 

La mascarada del “Fiscal Carnal” dio resultado


Finalmente Raúl Cervantes entendió que, más que ayudar, estorba. La campaña contra su posible candidatura a la Fiscalía General de la Nación fue intensa y cruda, carente de piedad y, mucho menos, de principios y de argumentos sólidos y razonamientos puntuales acerca del porqué no debía ocupar la Fiscalía General de la Nación. A fuerza de ser sinceros, el profesionalismo del señor Cervantes nunca estuvo en duda, y su apellido siempre ha estado vinculado al ámbito del derecho.

El problema radica en lo político. Y si el señor Enrique Peña Nieto hubiera postulado a cualquiera de los más eminentes exponentes de la ciencia jurídica, habría ocurrido lo mismo, porque el asunto no era quién podría ocupar la Fiscalía General de la Nación, sino evitar a toda costa que fuera alguien propuesto por el Presidente de la República. Pero también hay que señalar que en el centro de todo estuvo el interés político de una alianza que se conformó con la tarea específica de profundizar el desgaste de Enrique Peña Nieto.

Para decirlo más claro y preciso, el nombramiento del Fiscal General de la República fue politizado con la finalidad de estirar los plazos para pasar la determinación de su postulación a quien encabece el Gobierno de la República en el siguiente sexenio. El problema es que el señor Ricardo Anaya está realizando cálculos a partir de la posibilidad de que él sea quien encabece la candidatura presidencial de la alianza que negociaron panistas y perredistas.

La mascarada del “Fiscal Carnal” dio resultado, pero seguramente se revertiría en el improbable caso de que logre primero ser candidato, y después que obtenga el triunfo en los comicios presidenciales del año venidero. De cualquier forma, las cosas se han complicado, y para evitar la politización del encargo solamente habrá dos caminos: el primero de ellos pasa por la Academia, y eso quiere decir que sean los especialistas más reputados del país en materia de derecho penal quienes estructuren la propuesta.

El segundo, y como señalé en una de mis entregas de la semana anterior, que se postule a Pablo Escudero, quien desempeñara un consistente papel como presidente del Senado de la República. Tampoco faltará quien diga que su principal escollo es ser hijo político de Manlio Fabio Beltrones Rivera, pero hasta ahora el señor Escudero ha logrado demostrar que cuenta con los tamaños suficientes para realizar todo tipo de negociaciones políticas cuando de alcanzar acuerdos se trata.

Por lo que corresponde al señor Manlio Fabio Beltrones Rivera, me parece que es uno de los principales actores en los intentos que se realizan, entre políticos y especialistas, para encontrar la fórmula de alcanzar una transición negociada.

Y eso quiere decir que, ante la fiebre del independentismo que se puede convertir en un auténtico problema a la hora de los conflictos poselectorales, una transición negociada sería lo más conveniente para los mexicanos, y en eso tiene mucho qué decir el señor Beltrones. Al tiempo.

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