PAN, PRD y Morena: les falta grandeza, les sobra priismo

 

La alianza electoral PAN-PRD sería un nuevo acuerdo productivo


No puede resultar más paradójico que el PAN y el PRD que buscan construir un Frente Opositor contra el PRI hayan sido a lo largo de su vida política piezas clave del régimen priista. El PAN apoyó a Díaz Ordaz en el 68 y el PRD dio el voto a las reformas estructurales peñistas que consolidaron el neoliberalismo salinista.

Y los dos documentos de propuesta de proyecto de nación de Andrés Manuel López Obrador no hacen sino restaurar el modelo sistémico del PRI, sin salirse del escenario neoliberal de estabilidad macroeconómica y sólo prometiendo más populismo con programas asistencialistas limitados como parte de la construcción de una base electoral dependiente del presupuesto público, como ocurrió en el periodo 2000-2005 en que el tabasqueño gobernó el DF.

En este sentido, el proyecto pospopulista de López Obrador y el Frente Opositor PANREDE no significan una propuesta de transición de sistema/ régimen/Estado sino sólo un relevo de partido en el poder presidencial.

El hecho de que en la propuesta del Frente no exista en el PAN y el PRD un diagnóstico crítico del estado de la república ni una propuesta alternativa al modelo neoliberal salinista fue un indicio de que el Frente no representará una transición de sistema/régimen/ Estado, sino sólo una frágil alianza electorera.

De lo poco que se conoce, el PAN está más interesado en una nueva reforma electoral –la tercera con sus huellas dactilares– de corto plazo y el PRD sólo busca programas asistencialistas que alivien el peso de la crisis en los sectores más abandonados por el desarrollo.

De ahí que las alianzas PAN-PRD sean de circunstancias, sin reconstrucción del sistema/régimen/Estado, porque al final de cuentas los dos partidos son hijos del priismo: el PAN nació con Manuel Gómez Morín para rescatar a la Revolución Mexicana de la corrupción de los revolucionarios y el PRD es retoño directo del PRI.

Pero el sistema/régimen/Estado es fruto de la correlación de fuerzas productivas y consecuencia del modelo de desarrollo derivado de las cuatro etapas del desarrollo nacional histórico en el siglo XX, diseñado por el PRI y avalado por el PAN y el PRD: el cardenismo como estatismo social, el desarrollo estabilizador para mantener dependiente inflación-devaluación, el neopopulismo inflacionario EcheverríaLópez Portillo y el neoliberalismo salinista que liquidó el Estado corporativo cardenista aunque manteniendo su dependencia de masas. La alianza PANPRD sería una quinta fase pero sin salirse del modelo priista.

La crisis de modelo de desarrollo estalló en agosto de 1976 con la devaluación echeverrista y produjo la crisis del sistema/régimen/Estado que el PRI, con el apoyo del PAN y del PRD, ha ido sobreviviendo. El dirigente panista Ricardo Anaya fue el presidente de la Cámara de Diputados al que le tocó operar la aprobación de las reformas peñistas neoliberales. Y esas reformas salieron con el voto del PRD.

El vigente modelo de desarrollo neoliberal salinista determinó el sistema político y el régimen de gobierno. Por tanto, cualquier propuesta reformadora tendrá que darse en el modelo de desarrollo neoliberal que expresa los factores de dominación empresarial y de acumulación privada de la riqueza y los proyecta al sistema y al régimen.

La alianza electoral PAN-PRD sería un nuevo acuerdo productivo de los empresarios panistas y los marginados perredistas para revalidar el neoliberalismo salinista. Y el acuerdo productivo del neoliberalismo es, de suyo, una expresión maquillada del sistema/ régimen/Estado priista; así, el PAN y el PRD no representan ninguna alternativa real.

– Política para dummies: La política es el sentido del realismo, aunque con una pizca de utopía.