Pan y circo

 

Sigue siendo fórmula que pueblos quieren y que gobernantes pueden dar


Los habitantes de Pompeya –una de las ciudades más desarrolladas del Imperio Romano–, los que creían que los terremotos provocados por el Vesubio significaban la ayuda de los dioses para contribuir a la producción; fueron los últimos en enterarse de que aquel día que estalló el volcán todo se había terminado.

De todo lo que está pasando en el país, lo más difícil es poner cara de que es posible administrarlo y controlarlo poco a poco, porque en realidad eso no es cierto.

Y es que, todo eso pone en jaque lo poco que quedaba del Estado mexicano. Incluso ya hay servidores que se están mostrando desleales a la hora de entender que es el momento de asestar el golpe final.

Porque si observamos la figura y las tácticas políticas utilizadas por unos y por otros, nos daremos cuenta de que no se reconocen por su coherencia, ni por su lealtad y mucho menos por su transparencia.

“Pan y circo” sigue siendo una fórmula que los pueblos quieren y que los gobernantes pueden dar.

¿Qué hizo el PAN cuando tuvo el Gobierno? ¿Cómo llevó su administración sin esa maestría del acarreo y de la compra de votos que desarrollaron los priistas durante 70 años? Porque “haiga sido como haiga sido” le dio a Calderón la Presidencia de la República.

Javier Corral es un hombre dotado para la escena, pero además le gusta la vieja escuela, por eso en su enfrentamiento con el Presidente, en su denuncia contra la Secretaría de Hacienda, en el nombramiento de lo que significa el juego de chantajes encubiertos que siempre han existido entre los secretarios de Hacienda y los gobernadores; convocó a un público selecto compuesto hasta por grandes actores, intelectuales y líderes de la sociedad, no sólo para hacer una denuncia, sino evidenciar que llegó el momento de empezar el asalto final.

Hoy el PRI no tiene complejos como los que tuvo desde la muerte de Colosio, ahora siente que tiene las manos libres. Y bueno pues como dijo Gandhi: “Ojo por ojo y el mundo acabará ciego”.

Por su parte Anaya que no se siente vinculado con nada, ni con nadie y que no siente obligaciones más que hacia el país –como pasó antes con otros tantos– no tiene límite alguno. Situación que nos lleva a presenciar un circo que tiene pan, tiene gladiadores y sangre en la arena.

Pero no sólo la sangre del pueblo de México, que esa se derrama todos los días por la incapacidad, la inmoralidad y la incompetencia de nuestros gobernantes, sino será sangre de patricios, sangre de poder y sangre de gobernantes.

En ese sentido, el Gobierno Federal no se ha dado cuenta de que no sólo tiene que lidiar con movimientos telúricos, porque también ya tiene la explosión del Vesubio encima.