Para comer mejor

 

La FAO impulsa la creación de políticas públicas que eviten el desperdicio


La frase “te quedas en la mesa hasta que termines” es poderosísima. Incluso, algunos psicólogos afirman que a tanto repetirla puede hacer de niños sanos, adultos víctimas de sobrepeso y obesidad. De nada sirve como defensa un “mándales mi comida a África, mamá”. Pero sin ir tan lejos, cada año tiramos a la basura 6.3 millones de toneladas de comida, de las 31.4 millones de toneladas que produce el campo nacional. Si fuéramos racionales en el uso y consumo de alimentos, con recuperar sólo la mitad cambiaríamos la condición de desnutrición de 3.4 millones de connacionales. Estas cifras ilustran cómo la inseguridad alimentaria en México se ha incrementado, al grado que uno de cada cuatro mexicanos no puede adquirir una canasta básica. Ahora sí, allende nuestras fronteras la producción de alimentos supera con creces la demanda de la población. Sin embargo, 870 millones de los 7 mil millones que habitamos esta Esfera Azul padecen malnutrición. Esa cifra equivale a la suma de las poblaciones de América Latina y Estados Unidos. Justo ahí, contrario a lo que se piensa, también hay hambre.

Se necesitan 21 mmdd para cubrir las necesidades de los estadounidenses, pero se requieren ocho veces más, 167 mmdd para sortear el costo del hambre por concepto de productividad, educación y salud. Al menos un tercio de los alimentos que se producen en los campos del mundo no llegan a las mesas de las familias, sumando al hambre, costos negativos por impacto medioambiental. La FAO impulsa en los gobiernos a la creación de políticas públicas que eviten el desperdicio y aumenten la cultura de la preservación. Pero el león no es komo lo pintan y en algunas naciones como México, la noción es corta y se piensa que “no desperdiciar” equivale a almacenar lo que más se pueda en una sola sentada, cuando de lo que también se trata es de comer mejor.

Twitter @MarioALeon

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