Parteaguas al gusto…

 

Todos, según gusto o preferencia, tienen en mente uno, dos, muchos parteaguas. El más manido y en estas fechas, es el movimiento estudiantil—popular de 1968 que culminó con una regular masacre en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, y cuyo número de víctimas es superado por la más modesta de las matazones en, por […]


Todos, según gusto o preferencia, tienen en mente uno, dos, muchos parteaguas.

El más manido y en estas fechas, es el movimiento estudiantil—popular de 1968 que culminó con una regular masacre en la Plaza de las Tres Culturas, Tlatelolco, y cuyo número de víctimas es superado por la más modesta de las matazones en, por ejemplo, Tamaulipas, Jalisco y por hoy, Guanajuato.

Antes de que me despedacen, no minimizo fecha ni sucesos, pero vale la pena recordar que bien lamentaba el inolvidable Luis González de Alba, la  incapacidad del movimiento para integrar a campesinos, obreros y al estilo priista, populares. Los estudiantes fueron solos.

Hablando de parteaguas, por decirlo al desgaire, Lázaro Cárdenas y la expulsión de la vida política de Plutarco Elías Calles, fue un parteaguas. Cambió formas, estilos y visiones para convertirlas en pasiones nacionalistas.

El siguiente parteaguas lo representó Miguel Alemán que dio al traste con regímenes militares, impuso los gobiernos de los abogángsteres y empezó la modernización del país. Y creó las formas más sofisticadas para enriquecimiento de funcionarios públicos.

Podemos seguir pero tropezaríamos con Vicente Fox que fue todo, menos el parteaguas anhelado. Vale la pena señalar que el 68 tampoco ha sido lo que se esperaba o lo que dicen los románticos que fue.

Después de 1968 había muchas izquierdas: marxistas, maoístas, leninistas, polpotianos, estalinistas, castristas, troskistas y así al infinito y más allá.

Todos en semiclandestinidad, infiltrados por agentes políticos de la Federal de Seguridad, nuestro FBI región cuatro. Pero todos asumiendo su riesgo, participando en círculos de estudio, reuniones partidarias y como abajo firmantes de toda protesta, si exterior mejor, contra represión, asesinatos y más.

Al paso del 68, muchos de estos militantes terminaron en las las de la PGR, en Gobernación y desgranados por toda la geografía nacional, como representantes de instituciones oficiales (priistas, no había más).

Hay nombres, muchos, nadie los menciona y todos los conocen. Y hay que preservar la virginidad de un movimiento ejemplar para el mundo, aunque en el mundo ese año y esas fechas, hubo rebeliones similares.

Pasó 68, vino 71, el PRI siguió donde estaba, los mandamases siguieron siendo los mismos, legisladores federales o estatales continuaron su brincoteo de una a otra cámara; cuando llegaron José López Portillo y Jesús Reyes Heroles, crearon nuevas reglas del juego y nuestras amadas izquierdas pudieron participar con el desastroso resultado actual: mezcolanza de siglas, revoltura con tricolores y hasta con panistas y hoy con religiosos fundamentalistas.

Total: desaparición de las ideologías…

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