Paz, reconciliación, confianza

 

Si los hechos del próximo gobierno honran a las palabras que se pronunciaron la noche del domingo, el país ingresará a una etapa de verdadera reconciliación, de respeto a todas las libertades, con disciplina financiera y fiscal


Si los hechos del próximo gobierno honran a las palabras que se pronunciaron la noche del domingo, después de la copiosa votación que convirtió a Andrés Manuel López Obrador en el virtual presidente de México a partir del 1 de diciembre, el país ingresará a una etapa de verdadera reconciliación, de respeto a todas las libertades, con disciplina financiera y fiscal, con búsqueda de estabilidad económica y financiera, para erradicar la corrupción. Todas estas buenas intenciones sustituyeron a la rijosa, grosera, desbordada campaña de las semanas anteriores en la que privaban los ataques y los golpes bajos sobre las propuestas.

La cita de los ciudadanos con las urnas rebasó las expectativas más optimistas y el arrasador triunfo de López Obrador tuvo la virtud de cambiar el ánimo social, logró sacar de sus adversarios el espíritu democrático para que reconocieran su victoria mucho antes que lo hiciera el árbitro electoral a las 11 de la noche y le desearan éxito en su mandato, sin regateos. Para bien del país, no hubo gestos mezquinos de ningún sector.

Aliviadas las tensiones previas a la elección, puesta a un lado la confrontación, los empresarios saludaron al futuro mandatario y, en línea coherente sus varias agrupaciones le desearon también un gobierno acorde con las necesidades de los mexicanos.

“La población espera una respuesta a sus históricas demandas, como un país más desarrollado, con mejores niveles de bienestar y, por ende, con menor pobreza; un país seguro, libre de corrupción e impunidad y con claras reglas del juego que estimulen la inversión y el empleo”, le escribió el Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP).

Juan Pablo Castañón, del Consejo Coordinador Empresarial, expresó: “ganamos todos, porque ganó la democracia, ganó México” y advirtió al hombre que en los primeros conteos traía una votación histórica por encima del 53 por ciento, que la confianza que millones de mexicanos depositaron en él y otros candidatos ganadores “deberá ser honrada como esfuerzo y compromiso en favor del desarrollo del país”.

Testigos de estas posturas estaban con Castañón los dirigentes de las Cámaras Nacionales de Comercio, Servicios y Turismo; de la Industria de Transformación, la Confederación Patronal de la República Mexicana, Asociaciones de Bancos y Nacional de Tiendas de Autoservicio Departamentales. Por escrito, el Consejo Mexicano de Hombres de Negocios ofreció al próximo presidente “colaborar con su gobierno” y ser aliados en la lucha frontal contra la corrupción y para impulsar una agenda social.

Claudio X. González, con quien López Obrador llegó a confrontarse y luego tuvieron un diálogo, reveló que en esas pláticas el ahora político triunfador usó una de sus frases favoritas y prometió “serenar al país”, tanto por el tema de la violencia como por la pérdida del poder adquisitivo y la falta de empleos.

El CEESP opinó que no sirve un crecimiento de 2.5 por ciento en la economía, por lo que debe incrementarse la inversión, sobre todo la pública, que está en su nivel más bajo en los últimos 70 años como porcentaje del PIB.

En opinión de este sector empresarial, la cifra de 53.4 millones de mexicanos en condición de pobreza que Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social calculaba para 2016, seguramente se incrementó en 2017, cuando la inflación bajó el poder adquisitivo de las familias.

La iniciativa privada respondió positivamente y con propuestas al triunfo del que estaba lejos de ser su candidato.