Periodistas electrónicos

 

Arce no es periodista y el diploma que le entregaron unió a los informadores


El diploma que le entregó el Club de Periodistas a Esteban Arce resulta un oportuno pretexto para comentar un poco lo que sucede con la radio y la televisión, así como con quienes se han convertido en íconos de la información sin que la gente sepa más allá de que se ven bonitos en la pantallita.

La locura por tener un canal de noticias, así sea vía Internet, ha derivado en una explosión de lectores, unos buenos –pocos– otros medianos y la mayoría pésimos o pésimas protagonistas de información que no entienden, pero que razonan con una firmeza digna de un magister.

El asunto de la Casa Blanca es  representativo: dos reporteros recibieron el pitazo, investigaron y entregaron a Aristegui la información. La señora hizo a un lado su empresa y entregó los datos a otra, mientras en las negociaciones mercantiles con quien le tenía asignado espacio, salario y comisiones por  venta de publicidad, los reporteros salían raspados y separados del empleo.

Carmen siguió el pleito hasta convertirse en símbolo de la libertad de expresión, lucha en la que los autores de la nota nunca fueron mencionados. O si lo fueron se trató de menciones incidentales y no como principales protagonistas.

Hoy encendemos la televisión y miramos a rubias lectoras esbeltas con apellidos de extranjia. No hay pudor siquiera para emplear a una morena bonita que se llame Gudelia o Petra o Juana o nuestra emblemática Guadalupe.

Y bien, admitamos que generalizar es muy riesgoso. Pero lo hago para establecer que los lectores de notas no son en general periodistas, así hayan cursado la carrera. No están involucrados en el flujo de información, en su jerarquización ni mucho menos en la redacción. Lo que explica sus constantes tropezones en pantalla. Sabemos quiénes sí son periodistas y son los noticiarios de mayor representatividad, Nora, Paty y así…

Arce no es periodista y el diploma que le entregaron unió a los informadores como nunca. Lástima no, tanto el premio como el hecho de que las redes sociales, hasta el día del reconocimiento habían estado activas reclamando el esclarecimiento de homicidios contra los periodistas, cambiaron discurso y objetivo.

Nos olvidamos de Miroslava, la que nos había hecho dejar en el arcón de los olvidados a más de cien periodistas muertos de 2000 para acá y el medio millar de atentados contra redacciones, edificios, personas con la indiferencia de un mandatario que se limita a decir que no debemos ser malos con quienes ejercen su libertad de expresión.