¡Pero qué necesidad!

 

Las cumbres entre líderes de países que comparten una agenda bilateral compleja en principio no son sólo positivas sino necesarias


Las cumbres entre líderes de países que comparten una agenda bilateral compleja en principio no son sólo positivas sino necesarias. Sin embargo, en ocasiones, hay elementos coyunturales que desaconsejan incentivar este tipo de encuentros. Es sin duda el caso del presidente de Estados Unidos Donald Trump y de México Enrique Peña Nieto. Su primer encuentro fue incluso cuando Trump no era aún presidente sino sólo candidato y resultó en un desastre. Después de viajar a México y reunirse en Los Pinos con Peña, Donald Trump regresó a Estados Unidos para encabezar ese mismo día en Phoenix, Arizona un mitin en el que volvió a insistir en que México pagaría por el muro fronterizo y que los migrantes mexicanos eran como la peste. Ya como presidente, Trump se encontró con Peña Nieto en la Cumbre del G20 en Hamburgo, Alemania y posteriormente en la cumbre de la APEC en Vietnam.

En ambos casos de los encuentros no se sacó nada bueno sino muy por el contrario. Queda claro que por lo imprevisible del señor Trump y por su animosidad frente a nuestro país es altamente riesgoso exponer al jefe del Estado mexicano a una situación en el mejor de los casos incómoda y en el peor abiertamente irrespetuosa y hostil. La compleja relación entre México y Estados Unidos no se puede detener, eso está claro, pero también lo está que sus asuntos más importantes pueden, como por lo demás ha venido ocurriendo, tratarse a nivel ministerial y en un plano institucional. Dadas las circuntancias imperantes, es decir, que un desequilibrado, racista, intolerante, narcisista y violento dirige los destinos de la Uniópn Americana, frente a la posibilidad de promover una reunión bilateral entre los jefes de Estado de México y de Estados Unidos, tendríamos que recurrir a la sabiduría de un recientemente fallecido compositor mexicano y concluir que: pero qué necesidad.