Decálogo fiscal

 

Se cobran más impuestos de los que se cobrarían si el gobierno se limitara a realizar su legítima tarea


(Primera de cinco partes)

El cobro de impuestos, la fuente ordinaria de financiamiento del gobierno, sobre todo si los impuestos se destinan a financiar programas que nada tienen que ver con las legítimas tareas del gobierno, tal y como sucede, atenta contra la propiedad privada de los ciudadanos: se cobran más impuestos de los que se cobrarían si el gobierno se limitara a realizar su legítima tarea, que es garantizar los derechos (¡que realmente lo sean!) de los ciudadanos, no satisfacer necesidades (socialismo) tampoco defender intereses (mercantilismo).

El gasto social del gobierno, destinado, no a garantizar derechos, sino a satisfacer necesidades, identificadas arbitrariamente con derechos (los llamados “derechos” de segunda generación, “derechos” económicos, sociales y culturales: a la alimentación, la salud, la educación, la vivienda, etcétera, sin olvidar los de tercera generación: “derechos” de grupos específicos como lo son niños, adultos, discapacitados, etcétera), lo que hace es limitar, y en muchos casos eliminar, la responsabilidad personal, ya que es el gobierno, y no la persona, el responsable de hacer valer esos “derechos”, es decir, de satisfacer esas necesidades.

Dado que el gobierno da de más (cuéntense los programas sociales) es que quita de más (cuéntense los impuestos), debiendo aclarar que le quita de más a X para darle de más a Y, redistribuyendo el ingreso de X hacia Y, quitándole a X lo que es suyo, producto de su trabajo, para darle a Y lo que no es suyo, por no ser producto de su trabajo, lo cual es injusto, momento de recordar la definición que, de la justicia social, dio Walter Williams: “Lo que es justo se ha debatido por siglos, pero permítame ofrecerle mi definición de justicia social: Yo me quedo con lo que gano y usted se queda con lo que gana. ¿No está usted de acuerdo? Bueno, entonces dígame cuánto de lo que gano le ‘pertenece’ y por qué.” Respuesta: nada. Y sin embargo, los gobiernos, cuya principal tarea es redistribuir (revísese el presupuesto de egresos de cualquier gobierno), no lo creen así.

Continuará.

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