Derechos, obligaciones, pacto fiscal (segunda de dos partes)

 

Qué conveniente le resulta al gobierno-recaudador hacerle creer el ciudadano-contribuyente que el cobro de impuestos es resultado de un pacto fiscal


En el artículo 26 del Proyecto de Constitución Política de la Ciudad de México leemos este increíble disparate: “En la Ciudad de México el ejercicio pleno de los derechos radica en el cumplimiento general de las obligaciones en el marco del pacto fiscal y el compromiso compartido entre las autoridades y la sociedad”, disparate porque, como lo expliqué en la primera entrega de esta serie, se confunden derechos con obligaciones, y porque habla, ¡de manera por demás falaz!, de un pacto fiscal entre recaudadores y contribuyentes, pacto que, encontrando su origen en las teorías del contrato social, simple y sencillamente no existe.

La teoría del contrato social se usa para justificar el poder del gobierno, que en esencia es el poder para obligar, prohibir y castigar, y se justifica diciendo que el mismo es el producto de un contrato entre ciudadanos y gobernantes, el contrato social, gracias al cual el uso de ese poder resulta legítimo, sobre todo de cara a los ciudadanos. El contrato social no pasa de ser una construcción teórica sin ninguna referencia histórica, lo cual no quiere decir que no haya gobierno, ni que éste no ejerza poderes, sino que todo ello no es producto de un contrato social entre ciudadanos.

El primer poder de cualquier gobierno es el poder cobrar impuestos, es decir, el poder obligar al contribuyente a entregarle al recaudador parte del producto de su trabajo, impuestos sin los cuales no hay gobierno que sobreviva. ¡Qué conveniente le resulta al gobierno-recaudador hacerle creer el ciudadano-contribuyente que el cobro de impuestos es el resultado de un pacto fiscal, que sería parte de un pacto más amplio, el ya mentado contrato social! Ese pacto fiscal, ¿existe? El que el cobro de impuestos dependa de las leyes que al respecto promulga el Congreso de la Unión, nuestros representantes (sí, ¡cómo no!), ¿hace que dicho cobro sea resultado de un pacto fiscal entre recaudadores y contribuyentes? No, claro que no, pacto fiscal que no pasa de ser una ficción engaña bobos.

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