¡Pobre Mancera, pobre país!

 

Es escandaloso el nivel de moches entre empresas privadas y gobernantes


La discusión en México, y el tema central en las campañas de 2018, será el combate a la corrupción.

Los mexicanos estamos cansados de ver cómo unos cuantos en el Gobierno –de todos los partidos políticos y de todas la ideologías– viven como magnates, cómo transforman sus niveles de vida en pocos años de manejar nuestros impuestos y, lo peor, que la maldita impunidad les permite gozar del dinero robado sin que pase absolutamente nada.

Es escandaloso el nivel de moches, comisiones, y contubernio entre empresas privadas y gobernantes, y pareciera –porque no estamos haciendo mucho– que es normal el modus operandi de estos traidores a la patria. Los sistemas anticorrupción, las declaraciones 3 de 3 y todos los candados ciudadanos, no han servido de nada. La tranza sigue. Y quizá los negocios sucios han aumentado.

Y a pesar de que millones repudiamos el “gran problema de México” un grupo de políticos que buscan nuestro voto, y con máscara de honrados disque critican a los tramposos, los fines de semana brindan, bailan y hasta se obsequian elegantes regalos.

El fin de semana se casó Paulina Romero, hija del dirigente del sindicato petrolero, Carlos Romero Deschamps, y claro ahí estuvieron varias “personalidades”, entre ellas el Jefe de Gobierno.

¿Qué carajos hacía ahí el Jefe de Gobierno de la gran capital? ¿Acaso no ha entendido que le mienta la madre a los militantes de izquierda, por el simple hecho de codearse con esa familia? Podría argumentar que no tiene nada que ver con ellos, que asistió por mera cortesía política y que nunca ha realizado un negocio chueco.

¿Pero entonces su imagen le vale? ¿De verdad no le importa el qué dirán, sus posibles votantes –ya que ha revelado que busca ser candidato a la Presidencia de la República– y que eso le costará muchos sufragios? ¿O ni siquiera llegará a las boletas por esa siniestra relación?

Está muy claro que a Mancera no le importa lo que piensen los militantes perredistas, ni mucho menos lo que pensemos los millones de mexicanos al mostrarse como opción política para rescatar al país. Pero seguramente tiene claro que son más importantes los apellidos Romero Deschamps para su plan de vivir en Los Pinos.