PRI, Meade y economía 2018: otro sexenio de estabilidad sin desarrollo

 

Los escenarios nacionales han girado en torno a la estabilidad


Aunque al PRI y a la oposición parece no preocuparles, los escenarios nacionales, cada año y cada seis años han girado, desde 1973, en torno al dilema de la crisis: la estabilidad macroeconómica o el desarrollo social. A lo largo de 45 años los gobernantes –PRI y dos sexenios el PAN– han tomado el primero.

El mensaje nada secreto del Paquete Económico para 2018 tuvo dos señales inequívocas: mantener el camino de la estabilidad macroeconómica otro año y la posibilidad de que el secretario de Hacienda que lo entregó al Congreso, José Antonio Meade Kuribreña, sea el candidato presidencial del PRI para el próximo sexenio, lo que implicaría otros seis años de crecimiento bajo.

La política económica anual desde 1973 ha estado diseñada por el Fondo Monetario Internacional bajo los criterios de controlar la inflación como ideología económica.

Pero el problema no es en sí la inflación –el aumento generalizado de los precios–, sino las causas localizadas en la relación ofertademanda; el neoliberalismo establece que la inflación radica en el aumento de la demanda –los salarios–, porque prefieren subir precios y no aumentar su oferta de bienes y servicios.

La apertura comercial y el tratado con EU y Canadá tuvieron la oportunidad de aumentar el volumen y la calidad de la oferta, pero los economistas de Hacienda y los empresarios prefirieron el camino corto de bajar los salarios, enfriar la economía y congelar la inflación. Este modelo ha sido ya denunciado por los negociadores del presidente Trump en la revisión del tratado: los salarios bajos en México no generan demanda de bienes estadounidenses y por eso México vende más de lo que compra.

Subir los salarios implicaría un aumento de la inflación en una economía de oferta limitada, pero en los hechos llevaría a una mayor compra de productos importados.

La salida debiera ser otra: una ofensiva del Gobierno mexicano para aumentar la oferta de bienes y servicios y no avalar que los empresarios locales prefieran aumentar los precios y subir sus ganancias. Es decir, cambiar el modelo de desarrollo.

El modelo de la estabilidad macroeconómica neoliberal implica bajar la inflación por el lado de la demanda vía tres variables: bajar salarios, gasto y PIB; sin demanda, en efecto, la inflación baja, pero el costo adicional es el que más debería preocupar: las tres variables implican una situación de depresión del desarrollo y a tasas de crecimiento económico debajo de las necesidades.

El desafío de los gabinetes económicos desde 1973 ha sido crecer con desarrollo social, no crecer con pobreza; México necesita una tasa consistente de PIB de 6.5 por ciento anual –Banco Interamericano de Desarrollo en los 80– para satisfacer las demandas de bienestar social de todos los mexicanos; una tasa de 2.2 puntos porcentuales –de 1983 a 2018– apenas ofrece bienestar para un tercio de los mexicanos. Ahí se localiza la crisis social de México.

Pero de nueva cuenta, el PRI, el PAN, el PRD y Morena quieren el poder para mantener la estabilidad macroeconómica. El problema de México no es de controlar la inflación vía salarios, gasto y PIB, sino diseñar un modelo crecimiento alto con desarrollo social y estabilidad macro.

Pero los partidos y precandidatos ya definieron el camino: estabilidad sin desarrollo para el próximo sexenio.

Política para dummies: La política es la capacidad de decisión para buscar los mejores caminos y no la comodidad y los compromisos para seguir por el mismo sendero de la crisis.

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@carlosramirezh