Primera semana, primera

 

Sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un personaje singular de la política mexicana, y dará mucho que decir por las decisiones que ha estado tomando al inicio de su mandato Presidencial. Durante muchos años tuvo la fortaleza de recorrer la mayor parte de las regiones del país, es decir, […]


Sin lugar a dudas Andrés Manuel López Obrador se ha convertido en un personaje singular de la política mexicana, y dará mucho que decir por las decisiones que ha estado tomando al inicio de su mandato Presidencial. Durante muchos años tuvo la fortaleza de recorrer la mayor parte de las regiones del país, es decir, estuvo en todos los estados, en innumerables municipios, pero sobre todo, conoció a la perfección lo que ocurre en cada uno de los rincones de la República.

Esa ha sido una de las mayores fortalezas del tabasqueño, y seguramente le dará un plus cuando de resolver problemas sociales se trate.

Por lo pronto el señor López se ha dedicado en los primeros días de su gobierno a plantear y replantear cosas que le han acarreado un severo desgaste, otras provocaron debates innecesarios, y la febril actividad de sus congresistas algunos posicionamientos de las oposiciones contrarios a lo que como gobierno pretenden imponer. Si bien es cierto que al detentar la Presidencia de la República y la mayoría legislativa tienen la capacidad de realizar algunos cambios profundos en el entramado institucional del país, no les alcanza para los asuntos que requieren mayoría calificada.

El problema es que aunque no lo quieran reconocer, el desgaste ha sido fuerte y seguramente se reflejará en las mediciones de los siguientes meses. Andrés Manuel López Obrador lleva diez días como Primer Mandatario y mantiene abiertos varios flancos, lo que seguramente irán minando su aceptación entre esas clases medias que se sumaron a su candidatura.

Y si a ello adicionamos una serie de medidas que se realizaron en su incipiente mandato, me parece que al igual que cuando fue declarado Presidente Electo, la acumulación de yerros deberá comenzar a preocuparle.

Solamente en la primera semana de su mandato, el Presidente de la República tuvo importantes tropiezos que comienzan a circular entre los especialistas, y desde luego que a causar preocupación por los efectos que tendrán en los procesos económicos del país. Para ser preciso, en este corto espacio de tiempo se fueron a la alza los bonos de nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México que están en manos de tenedores extranjeros. Pero también tuvo una revuelta de gobernadores que decidieron no aceptar la imposición de los llamados “superdelegados”.

La controversia judicial interpuesta por el Poder Judicial para no acatar la resolución del Senado de la República que pretendía disminuir los sueldos de los Magistrados, a lo que se suma, por desgracia, el mantenimiento de las cifras de ejecutados y asesinados por causa de la relajación de los procesos de vigilancia en varias partes del país.

También abona el hecho de que hasta ahora no se conocen los alcances del Presupuesto para el 2019, y la propuesta para el nombramiento de un integrante de la Suprema Corte de Justicia de la Nación que carece del requisito de independencia.

Las caídas de la Bolsa Mexicana de Valores habla de una volatilidad de los mercados por la carencia de certeza en la economía, y quizá una de las mayores aberraciones ha sido la promesa de buscar a los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en la noche fatídica de Iguala. Para colmo de males, la prensa extranjera comienza a abordar el tema del “suicidio económico” del país, y de la posibilidad de que se instaure un gobierno de tintes autoritarios y totalitarios.

Para decirlo más claro, la incertidumbre nos puede salir muy cara.

Al tiempo.