“Proteger la vida y la familia”

 

Francisco también habló en defensa de la familia


En su discurso al cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, sostenido en la Sala Regia del palacio apostólico, el 8 de enero, el papa Francisco dijo que “en relación con las autoridades civiles, la Santa Sede no pretende otra cosa que favorecer el bienestar espiritual y material de la persona humana y la promoción del bien común” para luego referirse a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, cuando se cumplen 70 años desde su adopción por parte de la Asamblea General de las Naciones Unidas, que tuvo lugar el 10 de diciembre de 1948, para afirmar que “para la Santa Sede hablar de derechos humanos significa, ante todo, proponer la centralidad de la dignidad de la persona, en cuanto que ha sido querida y creada por Dios a su imagen y semejanza” y asegurar que “desde una perspectiva cristiana hay una significativa relación entre el mensaje evangélico y el reconocimiento de los derechos humanos, según el espíritu de los redactores de la Declaración Universal”.

El Papa denunció, ante los diplomáticos de las naciones del mundo, que al cabo de 70 años “duele constatar cómo muchos derechos fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados. El primero entre todos el derecho a la vida, a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona humana. No son menoscabados sólo por la guerra o la violencia. En nuestro tiempo, hay formas más sutiles: pienso sobre todo en los niños inocentes, descartados antes de nacer; no deseados, a veces sólo porque están enfermos o con malformaciones o por el egoísmo de los adultos”.

Francisco también habló en defensa de la familia cuando sostuvo que “el derecho a formar una familia, en cuanto «elemento natural y fundamental de la sociedad y que tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado», está reconocido efectivamente por la misma Declaración de 1948. Por desgracia, se sabe que la familia, especialmente en Occidente, está considerada como una institución superada. Frente a la estabilidad de un proyecto definitivo, hoy se prefieren vínculos fugaces.