Comprar la ilusión

 

El último interlocutor con la pluma que firma la liberación de recursos es el que tiene el poder


La política siempre es un supuesto. Un supuesto acerca de todo lo que se tiene que hacer para el bienestar de los demás al llegar al poder y el presupuesto para tener los medios que permitan cumplir con todo lo que se prometió y con todo lo que se sueña.

En ese sentido, asumiendo que la política también es presupuesto, el presidente del PAN, Ricardo Anaya, busca alcanzar un acuerdo con el secretario Luis Videgaray, en el que se establezca que los nuevos gobernadores electos de su partido sólo hablarán de temas presupuestales con Hacienda a través de él.

Esa decisión colocaría a la política en la política misma, ya que todo aquel que maneja el presupuesto y es el último interlocutor con la pluma que firma la liberación de los recursos es, sin duda, el que tiene el poder.

Y es que Anaya no sólo pretende jugar con el peso institucional que le da su actual cargo para ser el próximo candidato presidencial. Sino que además persigue la conformación de un acuerdo transexenal para que independientemente de lo que pase con los candidatos del resto de los partidos, el poder puro y duro, el poder del presupuesto y del dinero, tenga buenas relaciones a partir de este momento.

¿Qué tan feliz podría estar un gobernador electo como Javier Corral con una decisión así? Supongo que no tanto. Básicamente porque esa mediación política que está buscando Anaya –y que al parecer aún se está evaluando para determinar si se le permitirá o no–- manipula los dados de la carrera presidencial en cuanto al PAN se refiere.

Pero si eso llega a suceder ¿cómo va a luchar Rafael Moreno Valle con su presupuestito? ¿Qué hará la posible candidata Margarita Zavala? Sobre todo, cuando un competidor que tiene el poder institucional del partido, intenta reservarse el manejo de los cheques en los estados donde gobernará la fuerza política que  dirige, afectando a millones de ciudadanos.

Sin duda, es una curiosa manera de hacer el juego del juego y de cargar los dados para que al final la candidatura panista no tenga más remedio que llevar el nombre de Ricardo Anaya.

Ahora no se sabe qué es más fascinante, si el juego del partido gobernante y del gabinete, o el juego interno de los candidatos panistas y de la reivindicación de los principios de soberanía de aquellos que recientemente fueron elegidos para ser gobernadores.

Sin embargo, lo que sí es claro es que si todo esto llega a suceder, no sólo se estará inclinando la balanza, sino que se dejará sin voz a todos los que votaron para impulsar un cambio, porque al final del día el presupuesto es lo único que permite cumplir los supuestos de la política.

@antonio_navalon