¡Vivan los expresidentes!

 

La capacidad de error de los pueblos es infinita y a los pueblos los representan las personas


Después de haberse convertido en el instrumento militar que le permitió a Abraham Lincoln ganar la Guerra Civil Estadounidense y haber sido presidente de EU (1869-1877), el general Ulysses S. Grant falleció a causa del cáncer de garganta entre la más absoluta de las pobrezas.

Defraudado por su socio, quien lo dejó en la ruina y con el temor de dejar a su familia desamparada, decidió a los 62 años comenzar a escribir sus memorias, sin embargo, ya no le fue posible disfrutar de los frutos de su obra, puesto que al mes de haberla terminado falleció.

A partir de ese acontecimiento el Congreso estadounidense decidió que debía hacer algo al respecto y por eso instauró la figura de la pensión para sus expresidentes.

Sin embargo, si el general Grant hubiera sido mexicano, hubiera podido participar en el milagro de los panes y los peces, porque han sido muchos los políticos de nuestro país que siendo funcionarios recibieron pagos del Estado y al morirse dejaron una herencia multimillonaria.

Eso para mí es saberse administrar, porque al tiempo de construir el Periférico, el Circuito y tantas obras que ahora tenemos, ellos también fueron desarrollando unos patrimonios que a nadie nos quedó claro cómo fue que se crearon.

Ahora la intención de tener expresidentes que vivan dignamente se ha convertido en una industria, ya que al sacar las cuentas no dejamos de cuestionarnos cuántos desayunos, cuántas becas y cuánta gente pasará hambre con lo que gastamos para su seguridad, su asistencia y para esos seguros tan impresionantes que cobran sus familias después de su muerte.

Que todo el mundo quiera ser Presidente es algo natural. Pero que los expresidentes y los presidentes no se den cuenta de que los mayores enemigos de la figura presidencial son cifras como éstas es algo que deben reflexionar. Me parece un exceso quitarles todo.

Pero si uno tuviera que sacar la cuenta más allá de la dignidad nacional para saber qué nos entrega un expresidente a cambio de lo que le damos, tal vez el resultado no sería tan positivo. Unos, porque han intentando brillar y mandar sin tener la banda en el pecho.

Y otros, porque al terminar su mandato nos hicieron recordar el efecto que se siente a la mañana siguiente cuando uno descubre que pasó la noche con alguien que conoció en la barra de algún bar.

La capacidad de error de los pueblos es infinita y a los pueblos los representan las personas. Pero si yo formara parte del club de los expresidentes, yo mismo haría una propuesta para que la pensión fuera más razonable y no fuera un motivo de insulto –uno más– para el pueblo de México.

@antonio_navalon