¿Quién enseñará a los gobernadores?

 

Una serie de insensatos no dejaron nada del presupuesto


He escuchado en muchas partes preguntas sobre corrupción, injusticia e impunidad.

Siempre están esos cuestionamientos latentes cuando viajo o cuando me invitan a dar una conferencia, y es que al parecer todo el mundo quisiera ser fiscal.

¿Por qué pasa eso? Porque cuando atravesamos un historial como el de los últimos años, la gente hace preguntas sobre las consecuencias que todo eso ha traído consigo y sobre las veces que han temblado los cielos.

Por ejemplo, en España el partido en el gobierno, Partido Popular (PP), tiene a más de 900 políticos procesados o bajo investigación. ¿Qué le parece? A eso se le podría llamar como la mayor asociación para delinquir.

Sin embargo, el PP administra y ha administrado mucho poder en España, donde las cárceles están llenas a tal extremo en el que uno ya no sabe si el penal de alta seguridad es la Delegación del Gobierno de Madrid o una parte del Consejo Nacional.

Aunque en ese sentido, los mexicanos somos más viejos con una civilización milenaria, porque a fin de cuentas España es un invento de menos de 600 años.

En México cada sexenio, por lo menos en los que estuvo vigente el viejo PRI, ya se sabía que el presidente –la encarnación de Dios en la Tierra durante seis años– elegía un culpable, normalmente era un gobernador o si era muy amigo, entonces un presidente de Pemex. Se le crucificaba, todos entendían la lección y pasaban a otra cosa.

Pero ahora cuando aparentemente la figura presidencial ha desaparecido y la ley ha muerto, hemos tenido una serie de insensatos que no dejaron nada del presupuesto público para el público y entendieron que el dinero debía gastarse en sus casas y en sus cuentas.

¿Cómo enseñaremos a los gobernadores a no robar y sobre todo de manera tan impune? ¿Qué haremos con los que esperan en Italia, en Panamá y en Guatemala? ¿Qué haremos con los prófugos? ¿Qué haremos con los gobernadores amparados por la Constitución que esperan sentados en su despacho, donde tarde o temprano tendrá que entrar la fumigadora?

¿Cómo enseñaremos a los gobernadores que el presupuesto público es público? Y que hay una diferencia entre la “p” de privado y la “p” de público. Pero sobre todo, ¿eso quién se los enseñará? En ese sentido, es muy probable que los tiempos en los que el presidencialismo existía fueran mejores.

Y es que si usted mira el número de delitos cometidos y su alcance, tendríamos que destacar que por lo menos antes había más control, más decoro y tomaban una lección en la que tal vez todos metieron la mano igual que ahora la meten, pero de vez en cuando se hacían no unos tacos de manos, pero si un revuelto de manos cortadas.