¿Reclamo negociado?

 

Enrique Ochoa Reza no tiene la habilidad de hilar negociaciones entre los distintos partidos o grupos políticos


Hasta ahora el presunto liderazgo de Enrique Ochoa Reza no ha dado muestras de avanzar en la recomposición del Partido Revolucionario Institucional para que pueda tener posibilidades de competir en la siguiente elección Presidencial. Y no es que el señor Ochoa carezca de tamaños para dirigir a los tricolores, simplemente es que las cosas no se le han dado porque no ha logrado penetrar en la conciencia de sus correligionarios a causa de que lo siguen observando cómo un advenedizo.

Los yerros que ha tenido la otrora maquinaria electoral tricolor durante la Presidencia de Enrique Peña Nieto con la inclusión en cargos de dirigencia de personalidades y personajes que nunca antes pisaron sede alguna y que de pronto se vieron dirigiéndolo, solamente podría ocurrir en este sexenio, porque la visión que se tiene del partido es simplemente del instrumento cuya finalidad inmediata es el arribo al poder y no la representación de un catálogo de aspiraciones sociales como ocurría años atrás.

A ello hay que agregar que la tradición indica que el Presidente en turno se convierte en el principal activo del partido, y por consiguiente en su dirigente máximo, pero durante la administración de Enrique Peña Nieto quienes se encargaron de llevarlo hasta el tercer lugar fueron esos gobernadores a los que el propio Presidente de la República les consintió el saqueo de las arcas públicas a sabiendas de que eso repercutiría en su propio prestigio y en la pérdida de posiciones, pero además, en el extravío del proyecto.

Después de la salida de Manlio Fabio Beltrones Rivera lo esperado era que el sucesor o sucesora tuviera al menos una idea de lo que significa un partido político en México, pero pareciera que quienes aconsejaron al Presidente de la República tampoco sabían de qué se trataba el asunto, y seguramente el costo lo tendrán que asumir en 2018. Para decirlo de otra forma, al paso que van acabarán con la institución política por ignorancia.

Enrique Ochoa Reza no tiene la habilidad de hilar negociaciones entre los distintos partidos o grupos políticos de que se compone el PRI, y cada día lo empequeñece más. Y no es que el señor Ochoa tenga la intención de acabar con el, que pareciera una circunstancia inevitable, el problema es que su preparación, su talento, su carisma, y su historial burocrático, no le da como para ejercer un liderazgo triunfador, lo que augura negros nubarrones para 2018.

Lo grave, el tricolor no presentará candidato propio en la elección presidencial venidera porque no tendrá posibilidades de ganar ni con el Partido Verde Ecologista de México, y lo único que le quedará es integrar una alianza con panistas y perredistas para evitar el triunfo de Andrés Manuel López Obrador.

Los tricolores no tendrán candidato propio por primera vez en su historia, y Enrique Ochoa puede convertirse en el sepulturero, aunque le concedan parar el gasolinazo. Al tiempo.