Restauración priista (4): república, Constitución moral y Echeverría

 

De ahí que el echeverrismo reciclado como lopezobradorismo no sea sólo de populismo, sino modelo de poder


Detrás de las propuestas de una Constitución Moral y república cero del nuevo proyecto nacional de López Obrador existen pistas que llevan al modelo de poder de Luis Echeverría Álvarez.

Entre los cuatro responsables de redactar la Constitución Moral del gobierno de López Obrador como eje ideológico del nuevo consenso nacional para liquidar el del PRI, se encuentra el periodista Enrique Galván Ochoa, columnista de La Jornada y desde siempre simpatizante del tabasqueño.

Galván publicó en abril de 1975 el libro El estilo de Echeverría (B. Costa Amic Editor, Colección Libros de Ayer, Hoy y Siempre, ocho mil ejemplares) que entonces quiso contraponerse sin éxito el crítico libro El estilo personal de gobernar de Daniel Cosío Villegas.

El epígrafe de Galván fue de Goethe: “el estilo es el hombre”. En el capítulo “La autenticidad”, Galván describe a un Echeverría sencillo, popular, austero, ajeno a la riqueza, y revela que muchos funcionarios se ajustaban a ese modelo forzados por las circunstancias, sin sinceridad, y escondían sus ropas finas, de etiquetas.

En lo político, Galván señala que el estilo se refuerza con los objetivos: “Echeverría ha corregido los desvíos del gobierno heredero del triunfo de las Revolución de 1910, reconciliando sus objetivos actuales con los que originalmente tuvo, con un sentido auténtico, pero dentro del cuadro de necesidades de una sociedad moderna”.

Luego de describir las actividades de un Echeverría cercano al pueblo, Galván pronosticó en 1975: “si el próximo presidente el que le suceda al próximo o el siguiente, vuelve a la limosina negra con ventanillas encortinadas, será inevitable que recordemos – valoricemos– al presidente que vimos recorrer a pie nuestras calles, rodeado de los pobres, los desvalidos”, “y si las puertas de Palacio Nacional nuevamente se cierran y su morador se hace otra vez impenetrable” (…), “entonces tal vez la chamarra y la guayabera no parecerán inelegantes”.

Y en 1972, recién nombrado secretario del Trabajo de Echeverría, Porfirio Muñoz Ledo acudió a los seminarios sobre el sistema político mexicano de la Universidad de Texas en Austin a hablar del proyecto echeverrista. Ahí explicó que la prioridad era la “primacía de lo específicamente político” para “preparar el advenimiento de los grandes ciclos de evolución económica”. En realidad, el resultado fue el colapso inflación-devaluación de 1973-1976.

Muñoz Ledo dio una clave del discurso-realidad de Echeverría: continuidad de régimen, reformas desde el sistema y “conservar la terminología básica del periodo anterior”. En lo político, Echeverría pasó de los métodos de la reconciliación a los de la movilización.

Asimismo, estimuló la crítica al sistema de los desfavorecidos porque saldrían ganando con el cambio y con ello le quitaron el monopolio de la crítica parcial a los empresarios.

Explicó que el objetivo de Echeverría fue ofrecer “respuestas afortunadas a nuevas demandas”. Ello “implica el mantenimiento, por los métodos que cada circunstancia exige, de la eficacia de los mecanismos de acción política sobre las fuerzas económicas y las tensiones sociales a que ha de hacer frente”. Así, “el modelo mexicano, cuyos supuestos ideológicos y constitucionales atribuyen un papel decisivo al Estado, está recuperando la capacidad de maniobra indispensable para cumplir sus fines”.

Resumió: las tareas del jefe del Ejecutivo suponen una combinación efectiva entre sus funciones de liderazgo y de arbitraje en tres grandes planos de rigideces: conciliaciónmovilización, intereses-tensiones en sociedad y presiones externas.

De ahí que el echeverrismo reciclado como lopezobradorismo no sea sólo de populismo, sino modelo de poder.

Política para dummies: La política es el mejor disfraz del poder como dominación del otro.