Como en los tiempos de Noé

 

Dios envió un Diluvio que exterminara al mestizaje que obraba mal


La noticia del 16 de agosto de este año, informando que la administración del presidente de EU, Barack Obama, financiará experimentos de híbridos de seres humanos y animales, además de aberrante nos recuerda el texto del Evangelio: “Como sucedió en los días de Noé, así será también en los días del Hijo del hombre” (Lc 17,26).

El texto de Lucas hace referencia al capítulo seis del libro del Génesis, un texto misterioso que describe una decepción de Dios tras haber creado a la humanidad, texto que menciona a unos personajes – los Nephilim– que aunque atrayentes, no son el centro del relato, como lo es una maldad surgida en el hombre: “Cuando la humanidad comenzó a multiplicarse sobre la haz de la tierra y les nacieron hijas, vieron los hijos de Dios que las hijas de los hombres les venían bien, y tomaron por mujeres a las que preferían de entre todas ellas. Entonces dijo Yahvé: «No permanecerá para siempre mi espíritu en el hombre, porque no es más que carne; que sus días sean 120 años». Los nephilim existían en la tierra por aquel entonces (y también después), cuando los hijos de Dios se unían a las hijas de los hombres y ellas les daban hijos: éstos fueron los héroes de la antigüedad, hombres famosos. Viendo Yahvé que la maldad del hombre cundía en la tierra, y que todos los pensamientos que ideaba su corazón eran puro mal de continuo, le pesó a Yahvé de haber hecho al hombre en la tierra, y se indignó en su corazón. Dijo Yahvé: «Voy a exterminar al hombre que he creado porque me pesa haberlo hecho». Pero Noé halló gracia a los ojos de Yahvé” (Gn 6,1-8).

¿Quiénes fueron los nephilim? De su existencia como raza de gigantes que vivió antes y después del Diluvio dan cuenta varios textos sagrados: “Hemos visto también gigantes, hijos de Anac, de la raza de los gigantes” (Num. 13,33); “Su lecho es el lecho de hierro que se haya en Rabá de los amonitas, de nueve codos de largo por cuatro de ancho” (Deuteronomio 3,11); “¿Acaso no mató de joven al gigante, y quitó el oprobio del pueblo, lanzando la piedra con la honda y abatiendo la arrogancia de Goliat?” (Eclesiástico 47,4); “Allí nacieron los gigantes de antaño, de gran estatura y diestros en la guerra. Pero no los eligió Dios ni les enseñó el camino de la ciencia; y perecieron por no tener prudencia, por su locura perecieron” (Baruc 3,26-28); “Ya en los comienzos, cuando los soberbios gigantes perecían, la esperanza del mundo se refugió en una balsa que, piloteada por tu mano, legó al mundo una semilla de vida” (Sabiduría 14,6). La mención de los nephilim en el capítulo seis del Génesis es una referencia del tiempo en el que la humanidad cometió un atentado contra sí misma.

Para evitar el desastre, Dios envió un Diluvio que exterminara a los seres nacidos de la mezcla entre los “Hijos de Dios” y las “Hijas de los Hombres”, al mestizaje que obraba mal por carecer del espíritu de Dios.

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