Rodada 2.0. Amistades de cuatro patas 

 

Elizabeth Santana No tengo perritos ni gatitos, pero hace poco estuve evaluando adoptar un xoloitzcuintle de una camada a la que le estaban buscando hogar. Prefiero los perros porque mis experiencias con los gatos han sido demasiado tétricas, tipo película de terror donde un duende te roba el aliento; así desperté un día, con un […]


Elizabeth Santana

No tengo perritos ni gatitos, pero hace poco estuve evaluando adoptar un xoloitzcuintle de una camada a la que le estaban buscando hogar. Prefiero los perros porque mis experiencias con los gatos han sido demasiado tétricas, tipo película de terror donde un duende te roba el aliento; así desperté un día, con un gato frente a mí, aunque tampoco me agrada que sean celosos y territoriales; que me observen, y que llenen mi ropa de pelos.

Mi desagrado por estos pequeños felinos me ha llevado a rechazar prospectos de roomies (porque no es lo mismo visitar a los gatos de tus amistades que vivir con ellos), a que me cancelen reservas de Airbnb porque quien brinda hospedaje vive con gatos, y a rechazar gatitos que me han intentado obsequiar. Para mí los gatos son como los bebés: me gustan, me dan ternura y hasta los cargo… si son ajenos.

Hace meses moría por un conejo toy o enano, me gustan. Hay pruebas de que son buenos animales de compañía, e incluso lo compensan con ternura. Nunca me atreví a comprarlo y nunca nadie se atrevió a obsequiármelo. ¿Los motivos? Algunos son que las periodistas no contamos con un horario fijo debido a las coberturas o viajes que conforman nuestra rutina, y eso implica dejar sola a tu mascota o buscar quién cuide de ella.

Otra razón fue que convivo con plantas –muchas plantas–, y no podría permitir que un conejo se las comiera. Así comenzaron a surgir las disyuntivas, hasta que mi mamá me dijo que no quería que el conejo enano muriera electrocutado. Ya sé, tal vez suena ridículo, pero en efecto, llevar a casa a vivir contigo un animal de compañía conlleva una responsabilidad, y aunque me sugirieron que podía mantenerlo en jaula mientras lo sacará a pasear a diario, no lo soporté y abandoné la idea.

Me da gusto decir que una razón más, fue que lo tenía que comprar, y eso fue visto con desagrado por algunas personas, a consecuencia de la constante campaña pet friendly que impera respecto al “Adopta, no compres”. Y al momento en que me fijé en que si esto estaba bien escrito, según las etiquetas de Twitter, me di cuenta de que a las 2 p.m., y en lo que iba del día, 290 personas la habían usado tan sólo en esta red social.

No encuentro vínculo más cercano para relacionar a las mascotas con las bicis, que asumir que simplemente existen y ambos son parte de mi vida. Cierta mañana, un amigo venía regresando del veterinario y le pregunté en qué se relacionaban sus gatitos con sus bicis, me explicó que tenían relación en función de que no la tienen, porque básicamente ambos eran parte importante de su vida. Y dijo que si bien no son sus hijos, eran su responsabilidad, y destinarles recursos lo hacía feliz.

De acuerdo con Royal Canin, la domesticación del perro fue primero que la del gato, de ahí que la gente los cuide de manera diferente. En la actualidad 11 % de los hogares en México tiene un gatito y 44 % un perrito; y la mayoría lleva su felino una vez al año al veterinario cuando lo correcto es de 2 a 3 veces, es decir, igual que a un can. Pero según Mapfre, sólo 5.4 % de los 19 millones de perros que hay en nuestro país tienen dueño, y la adopción crece lentamente.

¿La campaña pet friendly tendría que cambiar a “Sí esteriliza, adopta”?

 

*Periodista. Autora de Rodada 2.0, marca que celebra la inclusión de la bici como estilo de vida en todas sus modalidades.

@Rodada2Punto0