La corrupción

 

La legislación no ataca el fondo del problema


Abel Quezada fue, junto con Naranjo, el más importante caricaturista de los años 70. Creó personajes emblemáticos y era buscado antes de leer los editoriales de aquel Excélsior. Publicó un libro, hoy inconseguible, llamado El mejor de los mundos imposibles, con puras imágenes, donde anticipó, casi como profecías, la mayoría de las lacras posesionadas de nuestra vida a 16 años del siglo XXI.

Hacinamiento, crecimiento incontrolado del tránsito vehicular, construcciones sin ningún control, ciudades dormitorio, entronización de la clase política por encima del pueblo, su mandante y, señaladamente, la corrupción presente en cada gestión.

Hago esta remembranza después de revisar detalladamente la legislación anticorrupción recientemente aprobada, y mi conclusión es que no será suficiente para detener este flagelo, cuyo impacto económico, probado por diversos estudios serios, es de 30 por ciento sobre el total del importe destinado a realizar trámites públicos y privados, una bestialidad.

Se corresponsabiliza al ciudadano, bajo el argumento de ser tan culpable quien ofrece como quien recibe una mordida. Debieron situarse en el pellejo de la víctima antes de lanzar esta filípica. Estoy lejos de celebrar el pago irregular por un servicio, pero he sufrido muchas veces el inmovilismo de burócratas insensibles y mañosos, sabedores de que vencerán la resistencia del más convencido. Tomas de agua canceladas, carros inmovilizados, casas sin energía eléctrica, son terrenos fértiles para los corruptos, expertos además en no dejar huella. El corralón es el “Quinto infierno” de Dante.

Caer en él es arriesgarse a resultar con “fotomultas no pagadas”, aunque nunca se hubieran notificado, o cualquiera de otras mil argucias perfectamente ensayadas. No en balde muchos agentes de tránsito han hecho un pingüe negocio con la “contraseña del día” religiosamente respetada por todos los cofrades. La legislación no ataca el fondo del problema, ubicado detrás de los escritorios, no adelante.

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