Ser periodista

 

En este país cada 26 horas se agrede a un periodista


En México las cosas no andan todo lo bien como quisiéramos, y menos para quienes nos dedicamos al noble ejercicio del periodismo. Cuando alguien agrede a un periodista tiene un alto porcentaje de pertenecer al bando de los impunes, es más, para ser preciso diré que en este país agredir a un periodista representa casi el cien por ciento de impunidad. Eso quiere decir que no hay ni habrá castigo, porque los instrumentos de la ley y las autoridades encargadas de la procuración de justicia no existen. Así de rotundo y triste podemos describir el panorama.

Ser periodista es formar parte de ese selecto grupo al que acuden los políticos cuando de aspirar a mejores encargos se trata, o cualquier tipo de persona para quejarse de los abusos del poder o porque las leyes no funcionan. Pero también significa que en este país cada 26 horas se agrede a un periodista y la impunidad es casi del cien por ciento. Con ello se da un mensaje muy claro: atacar a un periodista no tiene consecuencias.

Ser periodista es tener el oficio más bonito del mundo, como lo decía Gabriel García Márquez, pero en los últimos seis años, de acuerdo con la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, se abrieron en México 798 investigaciones. De ellas 39 por ciento fue por amenazas, 17 puntos porcentuales por abuso de autoridad y 7 por ciento por lesiones y homicidio. Solamente se consignó ante un juez 12.6 por ciento de los casos, o uno de cada 10. Pero más desalentadora es la cifra de condenados, porque de ese universo de 798 investigaciones, el resultado fue solamente de dos sentencias condenatorias. En otras palabras, 99.75 por ciento de los casos no ha recibido castigo.

Ser periodista significa mantener vigente en todo tiempo y en todo lugar el compromiso de informar a la sociedad de todo lo que ocurre. El problema es que hasta septiembre de 2016, según la ONG Artículo 19, se contabilizan 10 periodistas asesinados, superando los siete registrados en 2015, el año más violento contra la prensa en este país. Con este tipo de ineficiencias el Estado da un mensaje muy claro: atacar periodistas no tiene consecuencias para los agresores en casi el cien por ciento de los casos.

Ser periodista significa entrega, disposición, talento y valentía al servicio de la gente. Ana Ruelas, directora de Artículo 19 para México y Centroamérica, señala que en los pocos casos en que sí hay consecuencias, van en contra de los autores materiales, pero quedando impunes los autores intelectuales. A ello hay que sumar que de los 10 asesinatos de periodistas en 2016, ninguno ha sido atraído por la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión, por lo que se considera que tendrán que ser atendidas por las fiscalías estatales que no cuentan con autonomía suficiente.

Ser periodista significa tener una Fiscalía Especializada en la Procuraduría General de la República que gasta cerca de 40 millones de pesos por año sin obtener resultados positivos, o para decirlo mejor, sin obtener resultados. Ser periodista significa también escoger la profesión más peligrosa del mundo, aunque en México no exista consecuencia para los agresores en casi el cien por ciento de los casos. Al tiempo.