Servando la hizo

 

La historia de este fraile dominico parece sacada del más puro realismo mágico


Carlos Rojas Martínez

Reinaldo Arenas, escritor cubano que estuvo muy cerca de José Lezama Lima, y que al igual que este último fue perseguido por sus inclinaciones sexuales y políticas, escapó de la isla en el éxodo del Marielito en los años 80, murió en Estados Unidos. De él vale la pena leer toda su obra, pero hay un libro en especial que se relaciona con México, El mundo alucinante, que trata sobre las aventuras de Fray Servando Teresa de Mier, “El abuelo del pueblo”.

La historia de este fraile dominico parece sacada del más puro realismo mágico. El 12 de diciembre de 1794 pronunció un sermón para celebrar los 263 años de la aparición de la Virgen de Guadalupe. Sus palabras fueron interpretadas como sacrílegas, se le encarceló en San Juan de Ulúa, de ahí lo mandaron para España, escapó y viajó a Roma, Portugal, Cuba, Estados Unidos, etcétera del periplo.

Su pensamiento liberal maduró y de su simpatía a la monarquía moderada pasó al republicanismo. Fue diputado del primer Congreso mexicano, sus ideas le atrajeron el odio de muchos, pero él siempre firme, no se dejó doblegar y escribió a manera de defensa, la pluma era su cañón.

Fray Servando Teresa de Mier es el padre de la biografía fantástica, pues inventó la autobiografía mágica. Escribió sus Memorias desde la cárcel, escapó de varias prisiones, él mismo dijo que no lo trataron tan mal en algunas de éstas, alfabetizó a muchos reos durante su encierro.

Buscaba la justicia en la tierra, no en el cielo, por eso lo persiguieron. Odió la tiranía, fue republicano; desarmó el infundio guadalupano; celebró la caída de Iturbide de una muy efusiva manera. Vivió en Palacio Nacional, era su casa, Guadalupe Victoria le dio chance.

En la página 171 de sus Memorias (t. I, Porrúa, 1971), escribe: “Siguen ahora las pruebas de la tradición de Guadalupe, o, por mejor decir, un tejido de plagios los más desatinados, necesidades manifiestas, vulgaridades y mentiras pomposas, para alucinar y recalentar al populacho imbécil, relincho del caballo bruno para alborotar la yeguada”.

Murió y se convirtió en una momia con una “figura extraña”, ¿torturado por la Inquisición? No lo creo, pero después de muerto seguía causando controversias. Teresa de Mier fue y es la voz más original de una época llena de agitaciones, un gran escritor, aventurero y político, un ser humano de los que ya no hay. Y también mintió, porque lo real es asqueroso, las más de las veces.