En Arabia Saudita el hilo se rompe por lo más delgado

 

Dicen por ahí que el hilo se rompe por lo más delgado y eso es exactamente lo que está sucediendo en el caso de Jamal Khashoggi. Khashoggi es un periodista saudita que para ejercer con libertad su profesión tuvo que salir de su país y exiliarse en Estados Unidos. Desde ahí participaba con regularidad en […]


Dicen por ahí que el hilo se rompe por lo más delgado y eso es exactamente lo que está sucediendo en el caso de Jamal Khashoggi.

Khashoggi es un periodista saudita que para ejercer con libertad su profesión tuvo que salir de su país y exiliarse en Estados Unidos. Desde ahí participaba con regularidad en programas televisivos como experto en oriente medio y publicaba columnas con regularidad en diferentes medios impresos.

Tanto en sus entrevistas como en sus artículos Khashoggi se mostró siempre crítico con el absolutismo que caracteriza al sistema político de su país que es gobernado por el rey Salman Bin Abdulaziz Al Saud y por su hijo el príncipe heredero Mohamed Bin Salman con mano de hierro.

Ahora resulta que el rey y el príncipe no tuvieron nada que ver con el asesinato de Jamal Khashoggi.

El pasado 2 de octubre Jamal Khashoggi cometió el error de entrar en el consulado general de Arabia Saudita en Estambul para recoger unos documentos que necesitaba para casarse con su prometida, una ciudadana turca. Nunca se le volvió a ver.

Tras la denuncia de su desaparición, las autoridades sauditas alegaron que no sabían nada del paradero de Khashoggi y que éste había abandonado el consulado después de haber recogido los documentos que necesitaba. Al paso de las semanas surgieron evidencias que probaron que lo que ocurrió con Khashoggi fue que agentes sauditas lo asesinaron al interior del consulado.

El escándalo ha obligado a que quince funcionarios sauditas estén siendo enjuiciados y que cinco corran el riesgo de ser condenados a pena de muerte.

Con una salida de esta naturaleza, la versión oficial final de los hechos será que Khashoggi no fue víctima de la ira y la brutalidad del rey Salman y del príncipe Mohamed, sino que fué víctima de la crueldad y la torpeza de algunos funcionarios de segunda categoría que decidieron actuar por su propia iniciativa. No cabe duda de que también en Arabia el hilo se rompe por lo más delgado.