Tecnología y odio

 

El 5 de junio no ganó el PAN, porque ganó el odio y ganó la tecnología


Actualmente las campañas electorales en diferentes países del mundo, pero especialmente en México, dejaron de ser campañas de reflexión y convencimiento para convertirse en las campañas de la tecnología, la manipulación masiva y el odio.

El mundo siempre ha acumulado odio y, en ese sentido, no he podido evitar pensar en aquel 14 de julio de 1789 en París, porque si hubiera existido el iPhone en esa época ¿acaso se habría consolidado la toma de la Bastilla? Estoy seguro que no, porque los humanos lo que necesitamos es gritar una y otra vez todo nuestro dolor. Pero otra cosa es que ya en el grito de nuestro dolor caigan las murallas y tengamos el cuello de nuestro enemigo enfrente, el cual cortamos como miembros de la condición humana. El 5 de junio no ganó el PAN, porque ganó el odio y ganó la tecnología.

Ahora, observando cómo se han ido desarrollando los acontecimientos me he cuestionado qué pasará. Y sin duda, me aterroriza el posible escenario en el que cada gobernador pueda usar a su fiscal para envenenar al Gobierno Federal y hundirlo en una situación en la que las campañas electorales que definirán la ruta hacia Los Pinos, terminen por utilizar la corrupción como un arma en contra de la clase política.

Y es que, es un grave error del gobierno de Peña Nieto y de los partidos políticos no concentrar la responsabilidad global de la corrupción en el ámbito federal y permitirle a cada gobernador tener su propio fiscal para que articule su cruzada.

Primero, porque eso no garantiza más justicia. Y segundo, porque las campañas electorales a partir de este momento no  sólo serán tecnología y odio, sino también serán utilizadas como un instrumento que en vez de ser propositivo sólo se concentrará en buscar y exponer actos de corrupción para descalificar al oponente.

Las leyes se diluyen y se pierden cuando se aplican mal por motivos de abuso. Y las campañas de reestructuración moral dejan de serlo cuando se convierten en instrumentos del poder.

Ahora México, nuestro pobre México, necesita generosidad y dedicación en la aplicación de las leyes. Pero también necesita descubrir que la mejor campaña electoral no consiste precisamente en meter a la cárcel al enemigo.

Desafortunadamente este gobierno tan debilitado, tan confundido y tan perdido en la nada no lo ha podido descubrir, pero aún existe la esperanza de que algún día comprendamos que la única manera de vivir conforme a la ley se logra cuando ésta realmente corresponde a la justicia.