Terrible enseñanza

 

Pérdida referencial del papel de los gobernantes en España


Los pueblos tienen derecho al suicidio, lo han ejercido desde el principio de los tiempos y me temo que sin importar cuántas guerras mundiales o cuántas catástrofes se puedan desencadenar, lo seguirán haciendo.

La manifestación multitudinaria realizada en Barcelona el sábado pasado dejó en evidencia la pérdida referencial del papel de los gobernantes en España y el hecho de que lo irracional tiene más peso frente a los planteamientos políticos.

Por una parte está la inmensa prueba de lo que significa que Cataluña ya no quiera seguir perteneciendo a España. Y no hay que olvidar la historia, porque muchas de las adhesiones al Estado español no se hicieron desde la voluntad sino desde la imposición.

Y por otra, está el hecho de que el zarpazo del terrorismo demencial ya recluta a ciudadanos normales que rentan camionetas en cualquier lugar, para convertirse en bombas incendiarias que terminan desatando un problema de seguridad en las sociedades modernas.

En este momento no sólo hay un conflicto árabe en Medio Oriente, sino que ahora que Siria ha desequilibrado el mapa, el conflicto árabe también está en cada uno de los barrios marginales de los países desarrollados.

En esta era de Internet ya no hay nacionalidades en política, sólo hay fenómenos y capacidades o incapacidades para aprender.

España no sólo fue la potencia colonizadora de México, sino que también nos dejó impreso en el ADN unas características que muchas veces sufrimos, pero que nos obligan a mirar con curiosidad todo lo que está pasando en lo que un día fue la Madre Patria.

Los abucheos para el rey Felipe VI y para el presidente del Gobierno Mariano Rajoy durante la manifestación, y el desacuerdo, la falta de unidad, de inteligencia y de diálogo político en un momento de duelo nacional, es una muestra que deja en evidencia lo grave de la situación que se vive en Cataluña y por lo tanto en España.

No sé quién perderá primero el control, pero eso sólo será cuestión de tiempo, aunque por el momento no se vislumbre una salida que pudiera ser constructiva con los elementos que hay.

Las víctimas, los muertos, el terrorismo y las tragedias unen a los pueblos. Pero cuando una tragedia muestra lo profunda que es la división de un pueblo, es necesario tomar nota de todo el daño acumulado que queda expuesto a la hora de resolverla.

¿Cómo terminará todo esto? Eso es algo que nadie sabe ni aquí, ni allá, ni en la propia España, ni en la propia Cataluña y mucho menos dentro de la Unión Europea. Pero sin duda es el fenómeno que tensará más el modelo de relación política de los europeos en los años que están por venir.

@antonio_navalon