Tiempo sin cambio…

 

El desprestigio de la política hizo necesaria la búsqueda de un ser albo


Dice el diccionario que inerte, inmóvil, son signo de algo que no cambia, que siempre es igual y que, de hecho, no tiene presente ni futuro.

Algo así como quien en su larga carrera burocrática ha servido a los impresentables tricolores, a los falsarios blanquiazules y a los peligrosos y fantasiosos amarillos, hoy transformados por arte de Birlibirloque en salvadores de la Patria.

No importa. El hueso es lo único que merece sacrificios y esfuerzos sin fin. Y en esa tarea de preservación encontramos las dos más recientes décadas de servicio público del abanderado priista, que curiosamente nunca perteneció ni pertenece a tal partido, José Antonio Meade.

El desprestigio de la política, sumado al de los partidos políticos y acumulado durante décadas por los ocupantes del edificio de Héroes Ferrocarrileros, hizo necesaria la búsqueda de un ser albo, sin pecado concebido y sometido siempre a las tinieblas de los cargos de obediencia.

Surge como hombre al que se propusiera para su primer cargo. Nunca participó en política abierta, no ganó una elección, no se acercó a los meandros, a las cañerías del poder donde aprenden a comer sapos sin hacer gestos.

Pero sabe cómo y lo hace. En veinte años de ejercicio profesional participó desde las alturas burocráticas hacendarias o financieras en decisiones que han transformado a este país de nación solidaria y protectora de pobres, a entidad abusiva, donde a los miserables les avientan migajas.

Participó en decisiones con que favorecieron a los grandes capitales y donde se amplió dolorosamente la brecha entre ricos y pobres. Con el añadido de que se canceló el concepto de pobreza, por decreto, pero quedó en los hechos una miseria generalizada.

Allí está como muestra el salario que no alcanza tres mil pesos cada mes, pero afecta a la mitad de la población. Las políticas salariales fueron agravadas durante la administración de Felipe Calderón y son más lesivas en la era de gobierno de Enrique Peña Nieto.

Se cambió el concepto de justicia social, inserto en el emblema del PRI, por el asistencialismo. La dádiva iniciada por López Obrador, copiada por partidos contendientes, limosna a los ancianos, limosna a mujeres cabeza de familia, limosna a jóvenes y limosna a desempleados que son muchos y serán más.

Poco lucidor, inventan un viaje en autobús que es el transporte aeroportuario para llevar pasajeros a posición remota. Y echan mano de la esposa, Juana, cuya actividad insulsa comprando en el súper, quieren convertirla en paradigma republicano, democrático y ejemplo familiar.