Todas las encuestas dicen mentiras; sondeos son reflejo, no resultado

 

Se equivoca quien crea que las encuestas son un pronóstico


En todas sus encuestas electorales la empresa Consulta Mitofsky incluye una frase que deberían tener casi tatuada los candidatos: “por favor nadie vea esto como un pronóstico, porque seguramente se equivocará”.

El problema no radica en la técnica de las encuestas, sino en el encuestado: el votante mexicano todavía no tiene clara la utilidad de las encuestas. Por ejemplo, en la última de Consulta que publicó el miércoles El Economista, el primer lugar en la tendencia de votos lo tiene la coalición de López Obrador con 23 a 23.6 por ciento. Pero en la pregunta de quién cree usted que ganará las elecciones, el encuestado dice: 25.6% la coalición de PAN-PRD-MC de Ricardo Anaya.

¿Cómo explicar que la tendencia beneficie a López Obrador, pero el mismo encuestado considere que ganará el PAN? ¿Cuál es el mayor valor de la encuesta: la definición del voto o la percepción del triunfo?

Hay otro error muy común en las encuestas: el voto consolidado. Ante un promedio en todas las encuestas de 30 por ciento de votantes indecisos, muchas casas encuestadoras distribuyen ese voto de indecisos entre los demás candidatos en la misma proporción de sus tendencias de voto. Ahí es donde las cifras llegan a 30 puntos porcentuales o más. Pero es imposible prever si el votante mostrará esa redistribución matemática.

Y existe otro dato que distorsionan las encuestas. Aunque algunas incluyen la pregunta sobre la seguridad de su voto emitido en el sondeo, alrededor de 40 por ciento de los votantes decide su voto a boca de urna, no antes. Ante la falta de educación cívico-política y los temores de que las encuestas sean mecanismos de espionaje político del gobierno, los encuestados sueltan el sentido de su voto sin tener la seguridad de que así será o falseando su verdadero voto. Por eso es que muchas de las encuestas fallan en sus cálculos.

Las encuestas de principios del año pasado hasta el 29 de marzo carecerán de rigor científico no acreditable a las empresas encuestadoras sino al hecho de que primero fueron por partidos, luego por varios precandidatos de un mismo partido y ahora por precandidatos únicos por cada alianza; es decir, oficialmente no hay candidatos ni programas de gobierno aprobados por el INE; por tanto, las tendencias del voto son sentimentales.

Las campañas electorales comenzarán el 30 de marzo –candidatos y programas registrados–. Ahí comenzarán las verdaderas encuestas. En 2006 López Obrador arrancó el año con 20 puntos de ventaja y perdió por medio punto. En 2012 Peña Nieto comenzó el año con 50 por ciento de tendencia de votos contra 25 por ciento de López Obrador y la elección real sólo dejó una diferencia de 6.7 puntos porcentuales.

A esta variación del voto se refiere Roy Campos en sus encuestas de Consulta: se equivoca quien crea que las encuestas son un pronóstico.

De los precandidatos, el más dominado por las encuestas es López Obrador porque cree que sus cifras son el resultado oficial y quiere las llaves de Palacio Nacional por adelantado. Anaya todavía no entiende el valor de las encuestas. Y el PRI –que fue el primer partido político en usar las encuestas como sondeos de simpatías durante la presidencia partidista de Luis Donaldo Colosio– ha asumido las encuestas como el adversario a vencer.

Es posible que algunas encuestas coincidan con el resultado final, pero ninguna encuesta ayudará al ganador.

Política para dummies: La política es la habilidad para decidir sobre los peores escenarios posibles, con el fin de que cuando lleguen los positivos las expectativas sean mejores.