Trump militariza la frontera

 

Donald Trump pasó de las amenazas a los hechos y firmó una proclama para enviar a la Guardia Nacional a la frontera con México


Tramposo como Richard Nixon, injerencista como Ronald Reagan, ignorante pero belicoso, como los dos Bush, bravucón a extremos que sólo él sabe hacerlo, Donald Trump pasó de las amenazas a los hechos y firmó una proclama para enviar a la Guardia Nacional a la frontera con México, donde lo que hay es un “desgobierno”, indicó él.

Como el clásico “fajador” que es, primero asestó el “descontón” en un gesto nada amistoso a su vecino y socio comercial (todavía), para ponerlo en un suelo virtual y con la amenaza de anular el Tratado de Libre Comercio de America del Norte (TLCAN) que incluye a las dispares economías de Estados Unidos (EU), México y Canadá.

Antes de su embestida, Trump exageró la fuerza, la intencionalidad, el peligro y la “amenaza” de una caravana de migrantes centroamericanos (incluidos niños y mujeres) que transitaba por la república mexicana con intención de llegar a EU, como si se tratara de una agresiva invasión armada. Según él, “la situación en la frontera ha llegado a un punto crítico” en donde ese caos que describió como “desgobierno” es ya “incompatible con la protección, la seguridad y la soberanía del pueblo estadounidense”.

La “caravana” como pretexto para enfocar un esquema punitivo que evite paso de indocumentados y drogas.

El presidente instruyó a sus secretarios de Defensa, James Mattis; de Seguridad Interior, Kirstjen Nielsen, y de Justicia, Jeff Sessions, para que en un plazo perentorio de un mes le entreguen un plan integral para militarizar la frontera sur.

Es una forma de presionar a la construcción del muro fronterizo, para el cual no ha conseguido que se le autoricen miles de millones de dólares en un Congreso al que Trump considera hostil.

Los migrantes son mano de obra barata que siempre es requerida por la Unión Americana. Las drogas cubren las necesidades de millones de sus adictos. Unos y otras sólo son pretexto para la política antiinmigrante de Donald Trump, quien ha visto frustrados sus intentos de dividir físicamente la frontera con un muro. Amenaza incluso con disponer de recursos del Pentágono para erigir la barda, con el argumento de que ahí hay un asunto de seguridad nacional.

En su proclama de este miércoles, Trump exhortó al Pentágono para que emplee su experiencia en el aseguramiento de la frontera sur, detener el flujo de drogas “mortales” y el paso de pandilleros “y otros delincuentes e indocumentados a este país”.

Trump confirmó lo obvio: hay flujo transfronterizo sin precedentes de “grandes cantidades de fentanilo, otros opioides y muchas drogas peligrosas e ilícitas”.

El Senado mexicano adoptó por una postura más soberana que el Ejecutivo cuando pidió que nuestro país suspenda toda colaboración con Washington en materia migratoria y en la lucha contra las drogas “mientras no cese el trato hostil e irrespetuoso” del mandatario estadounidense hacia México.

Dicen que “no hay peor ciego que el que no quiere ver”. El presidente Enrique Peña Nieto evitó hacer un pronunciamiento en las primeras horas y sugirió esperar a que EU “aclare” lo que se anunció primero como militarización de la frontera, y que luego se matizó como envío de Guardia Nacional desarmada, sin capacidad de actuar contra migrantes ni en las aduanas.

Amenaza y proclama fueron nítidas agresiones contra México. El gobierno maniobró sumisamente para dispersar a la caravana del viacrucis migrante. Dio algunos cientos de visas humanitarias y trámite de solicitudes de asilo a distancia en Estados Unidos. Es decir, un muro de contención burocrático.