Trump: reacomodo estratégico en Casa Blanca para reelección 2020

 

La salida de Steve Bannon implicó un replanteamiento


La salida de la Casa Blanca del supremacista Steve Bannon implicó un replanteamiento estratégico de Donald Trump no tanto por las presiones liberales, sino en función de las elecciones legislativas de 2018 y de su candidatura a la reelección en 2020.

Acotado por el nuevo coordinador de la Casa Blanca, el general Jim Kelly, Bannon podrá tener mayor eficacia desde fuera con su sitio breitbart.com en medio de las grillas en el ala oeste de la Casa Blanca. El punto de fricción se dio por una derivación de la violencia en Charlottesville: la aparición de grupos nazis apoyando a Trump y su bandera antisemita, lo que provocó la reacción inmediata de Ivanka Trump porque ella, su esposo y sus hijos son judíos.

Y aunque Bannon salió de la Casa Blanca, se quedaron dos activos importantes de su grupo: los asesores políticos Sebastian Gorka y Stephen Miller, representantes de las ideas supremacistas de Bannon, aunque menos visibles que éste. El primero es conocido como “el pitbull del presidente” y el segundo es un joven estratega de 31 años reconocido por su intolerancia en el tema de migración.

La salida de Bannon representó parte del juego de estrategias de poder. Bannon se había convertido en un dolor de cabeza para los republicanos porque la agenda conservadora del partido es menos radical que la de la derecha-alternativa de Bannon. Charlottesville con los neonazis hizo crisis entre los republicanos judíos.

El escenario electoral 2018 y 2020 depende de un buen acuerdo entre Trump y los republicanos. Su adversario Paul Rayan ya entendió que confrontar a Trump podría llevar a la derrota republicana en las legislativas y él perder el cargo de jefe de la mayoría en la Cámara de Representantes (diputados). Por eso Trump tuvo que correrse un poco a la derecha tradicional con la salida de Bannon, pero sin soltar su agenda supremacista, ultranacionalista y militarista.

México tendrá que moverse en este pantano de intereses dentro de la Casa Blanca. En los hechos, México ya ganó un punto al obligar a Trump a pedir un presupuesto especial en el Congreso para construir una parte del muro y la confirmación de que México no lo pagará; y la batalla se centra en la revisión del Tratado para aumentar las exportaciones estadounidenses a México vía aumento en la capacidad salarial de la demanda, el regreso a EU de las plantas productoras y la regulación de la migración.

La tarea de Trump, dentro de su estilo atrabancado de agredir y de la forma en que afecta las negociaciones con sus tuitazos diarios, será la de mantener la cohesión republicana, conservar la mayoría republicana en las dos cámaras y buscar la reelección presidencial en 2020.

Por lo pronto, Trump se centrará en la agenda radical que no afecte a republicanos, se aferrará a los militares y tendrá como base electoral dura a 30 por ciento de conservadores, además de seguir sacando a votar a los estadounidenses de condado que detestan a la burocracia del Estado y que tienen una educación tradicionalista y puritana.

Para México el principal problema es el Tratado, porque Trump buscará sacar ventajas no tanto para la economía estadounidense, sino para su estrategia de reposicionamiento mediático y político. Trump necesita aportar resultados para su promesa de “hacer grande a América otra vez”.

Con Bannon o sin él, México sigue como pieza de la agenda de Trump. Política para dummies: La política es el arte de mantener la cabeza fría con el corazón caliente.