Tú no necesitas una rotonda

No podía dejarte partir sin despedirme, sin dar las gracias
Elizabeth Palacios Publicado el
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A Raymundo Saldívar,
guía y compañero de caminos

Llegué tarde y ni siquiera vestida de manera apropiada. Me había negado a aceptar que esto estaba pasando. En el último momento decidí que no podía dejarte partir sin despedirme, sin dar las gracias.

Subí por avenida Constituyentes, a paso lento por el tráfico habitual, y llegué a esa puerta enorme adornada por un gran umbral de flores. Mi mente estaba dispersa. Había llorado apenas unas cuantas lágrimas. A ratos, como en partes, en los momentos menos esperados. La tristeza estaba, pero no quería manifestarse. Mi mente dispersa no ayudó y como en piloto automático, sólo entré y caminé de frente.

Aunque ya lo sabía, no recordaba que en aquel lugar estaba la famosa Rotonda de las Personas Ilustres –llamada antes de los hombres ilustres pero, por congruencia con la perspectiva de género ese nombre fue cambiado por decreto en 2003, lo cual aplaudo–.

Mis pasos desorientados me llevaron de pronto a estar allí, rodeada de los mausoleos de quienes escribieron voluntaria o involuntariamente la historia de nuestro país. Fue entonces que pensé, ¿quién define lo que hace o no ilustre a una persona?

Porque tú fuiste parte de mi historia y de la de muchas personas. Siempre estuviste allí, para apoyarnos incondicionalmente. No en vano, mientras estos lujosos mausoleos lucen fríos y sin una sola muestra de afecto y cercanía, tu nueva morada estaba tan llena de amigos y familia que ni siquiera cabíamos.

Tu tumba estaba lejos de aquella rotonda. Tuve que caminar casi 15 minutos para al fin encontrarte y poderte dejar un sencillo ramo de flores que se quedaba muy opaco a lado de las grandes coronas que tus amigos habían traído para adornar tu tumba sencilla donde colocamos también tu Vespa Ciao, la fiel compañera de tus andanzas.

Nuestra amistad fue breve pero significativa, de esas que dejan huella. Me escuchaste, me orientaste y me abrazaste cuando fue necesario. Actuaste, eras un hombre sencillo, pero de acción. Tu amistad se demostraba con hechos y todos los que dejamos de ir a nuestros trabajos esa tarde lo certificábamos no sólo con nuestra presencia, sino con nuestro dolor ante tu partida: tú no necesitas una rotonda para que sepamos que fuiste y serás por siempre, un amigo realmente ilustre. Hasta siempre Ray

*Periodista, cronista, hedonista y feminista
Madre, viajera, libre y terrícola
@elipalacios

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