Un deporte de moda…

 

Imagino una reunión de los a liados, miembros o integrantes de esa inutilidad conocida como Conago, o sea Conferencia Nacional de Gobernadores. En ella están todos colores: moraditos –que ya serán mayoría— tricolores, azulitos, naranjitas, verdolagas, colorados y más. Pasaron las charlas con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y cada uno lanzó lo […]


Imagino una reunión de los a liados, miembros o integrantes de esa inutilidad conocida como Conago, o sea Conferencia Nacional de Gobernadores.

En ella están todos colores: moraditos –que ya serán mayoría— tricolores, azulitos, naranjitas, verdolagas, colorados y más. Pasaron las charlas con el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador y cada uno lanzó lo que le pareció más importante: queremos más dinero, más lana, más recursos… aunque ninguno supo para qué.

Llegaron los brindis y el anecdotario permeado por hechos de actualidad: mataron a otro periodista. ¿En dónde? a nadie de los presentes le importa porque es habitual, cotidiano. Ya no asombra.

Con cinismo inaudito, festivo, comentan cuántos llevan en su cuenta, en su estado, en su feudo, en su virreinato. Todos admiran la superioridad de Javier Duarte, el Javidú, que se daba el lujo de anunciar cuándo y dónde mataría al siguiente periodista incómodo.

Envidia de la buena. Javidú está a punto de la impunidad total, salir de la cárcel y conservar sus 90 propiedades en Europa, Estados Unidos y México y nadie lo ha molestado por asesinar a casi veinte periodistas, más algunas personas que tuvieron la desgracia de estar físicamente cercanos a quien los matarifes del marido de la que merece bienestar –hoy en Londres— ejecutarían.

Ninguno de los presentes se mostró conmovido por las estadísticas que cambian día a día: únicamente en 2017 fueron asesinados 17 informadores, ninguno de esos crímenes investigado y los matarifes, los desnaturalizados hijos de mala madre, se encuentran en libertad, confiados en que podrán cumplir sin agobios sus siguientes encargos.

Cualquiera piensa que se trata de un grupo especializado, sus víctimas son del gremio periodístico y las cabezas visibles de determinados organismos no gubernamentales, dedicados a investigar tropelías de los mandatarios estatales.

Se repite una y otra vez: de acuerdo con instituciones mundiales que observan este tipo de crímenes, México es la nación con mayor inseguridad para el ejercicio libre del periodismo, ligeramente superada por países con conflictos bélicos en Medio Oriente.

México, como contraparte, es una de las pocas naciones que cuentan con un órgano investigador de crímenes contra la libertad de expresión. Tal institución creada hace menos de dos décadas, sin recursos porque su presupuesto está sujeto a los avatares del presidente en función.

Como se aprecia, a ninguno, panista o priista, le ha interesado el tema. Así que seguiremos lanzando nuestras protestas al viento…