Una ópera bufa…

 

El destape de Meade es un aviso de que algo no anda bien en Los Pinos


… Con destapes, contradestapes, campañas, contracampañas, previsiones e improvisaciones, caracterizan los novedosos tiempos de la política mexicana, aunque siempre bajo la norma respetada hasta hoy: todos los contendientes, acatan los ritos para la nominación de sus aspirantes a La Grande.

No olvidemos que la escuela nacional de cuadros tiene su origen en el PRI, y que los principales contendientes se formaron al amparo de los tricolores. Inclusive los de la más recalcitrante oposición, como serían los panistas, cuyos paradigmas son Vicente Fox y Felipe Calderón, que al tomar el poder repitieron hasta la saciedad los vicios y ninguna virtud de sus enemigos de siempre.

El destape de José Antonio Meade es un aviso de que algo no anda bien en Los Pinos. El presidente acepta la guía de su canciller, Luis Videgaray y lanza a la candidatura por la Silla del Águila al más gris de sus colaboradores, un sujeto que cumplió siempre con sus deberes burocráticos, no importa si tenía que hacerlo con melón o con sandía.

Para impedir cualquier tropiezo, ordenó cambiar los estatutos del partidazo que ya no parece tanto así, y aceptar un precandidato sin militancia; hay quien desde ahora previene la caída hasta el tercer o cuarto lugar en las preferencias de los mexicanos.

Habría que derivar esto de la poca simpatía de Enrique Peña Nieto entre el electorado, lo cual es compartido abiertamente con el líder de su partido, Enrique Ochoa Reza, y a que en ninguna de las instancias hay un aparato de prensa suficientemente capaz para explicar a los ciudadanos lo que pasa.

Y menos lo podrán hacer si, como dicen por ahí los “especuleros” de las redes, que en un hecho insólito, pero factible cuando de “maniobreríos” priistas se trata, la pronta aparición de otro aspirante.

Sea cual sea lo que sigue, la imagen que impondrían es la de un partido moderno, democrático, respetuoso y abierto a sus militantes.

De los otros partidos hay mucho que hablar, comenzando por Ricardo Anaya, el ambicioso panista dispuesto a dar al traste con el Frente (sin) Ciudadanos si no logra la candidatura; mientras, las bases perredistas velan armas para echar abajo la alianza con el PAN y el MC, éste último que en Jalisco quiere comerse el pastel “solitito”.

Los consejeros electorales hacen cuentas de posibles multas y, consecuentes beneficios económicos para ellos. De la inconsecuencia de que tres dirigentes hagan alianza sin voluntad expresa de los militantes de sus partidos, bueno, es otra muestra más del voluntarismo nacional.

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