UNAM: El turno de la Junta de Gobierno

UNAM: El turno de la Junta de Gobierno
UNAM: El turno de la Junta de Gobierno 

La UNAM es del pueblo de México. Este es el momento de demostrarlo y le corresponde a la Junta de Gobierno hacerlo, convirtiéndose en la garante de la Autonomía Universitaria.


Dobleces |

Por Israel Mendoza Pérez

@imendozape

UNAM: El turno de la Junta de Gobierno

En unos días la Junta de Gobierno de la UNAM enfrenta el reto más importante y complejo de toda su historia. Mañana arrancará sus deliberaciones para elegir al sucesor de Enrique Graue y lo hará en un ambiente y un escenario de complejidad sin precedente, para la UNAM, al menos desde 1968.

Los tiempos y los retos de hoy, marcados por el cambio, no se parecen a ningún otro que la UNAM y su Junta hayan enfrentado desde que ese cuerpo colegiado fue creado con la Ley Orgánica de 1945. Justo de ahí viene la gravedad de la próxima decisión y la responsabilidad de quienes la tomarán. De lo primero que deben estar conscientes los gobernadores de la UNAM, es que si se equivocan, si se someten a los intereses de grupo, si ceden a las presiones de quienes, desde dentro y fuera de la UNAM, incluyendo por supuesto el poder político, tratan de supeditar el interés de la UNAM a su propia agenda, si se dejan llevar por modas polarizantes como la cuota de género, esta podría ser la última vez que la Junta de Gobierno elige al rector de la UNAM. 

Todo en el sistema político mexicano está a revisión y la UNAM no puede considerarse ajena a tendencia. Por muy académica que sea como institución, es la universidad de la nación y esta sujeta al escrutinio social porque se sostiene del dinero de los mexicanos. Debido a ese contexto y esas premisas, a diferencia de otras ocasiones en las que la realidad fue mucho más tolerante con errores derivados de malas decisiones, si en la decisión del sucesor de Enrique Graue hay un error, si se privilegia cualquier interés diferente a los de la autonomía, la viabilidad y el fortalecimiento de la UNAM, el conflicto político será inevitable porque a diferencia de hace ocho años o hace 16, hay demasiado en riesgo, en un ambiente de desconfianza, y hasta de sospecha, sobre la UNAM.

Entre otros pendientes graves, el caso de Yasmín Esquivel, las cuentas de gastos del Rector y por supuesto, los cuestionamientos presidenciales al grupo que lleva 24 años apoderado de la institución, están en la memoria social y no dejan margen de error; mucho menos dejan espacio para el continuismo.

Los integrantes de la Junta de Gobierno tienen la grave responsabilidad de demostrar, primero que su compromiso está con la UNAM y no con quienes los llevaron al cargo, segundo que el mecanismo de elección del Rector no es obsoleto y tercero, que la UNAM ni está capturada por un grupo, ni tampoco a la venta para ponerse al servicio del actual grupo en el poder. 

La autonomía es indispensable para que la Universidad funcione. Esa autonomía debe ser patente, no solo frente al poder político que la acecha, también frente al poder de los grupos de interés que pretenden seguir ordeñando la ubre universitaria y, por supuesto, frente a los radicalismos que se apoderaron de la bandera de la igualdad de género, pero sin buscar igualdad sino polarización. Esos grupos, cada día más peligrosos, han aprendido la lección de que polarizar arroja dividendos en el corto plazo.

La UNAM es del pueblo de México. Este es el momento de demostrarlo y le corresponde a la Junta de Gobierno hacerlo, convirtiéndose en la garante de la Autonomía Universitaria.

RGH