Unidos, pero de lejitos

 

Por si a alguien le cabía alguna duda, el anuncio de FIFA es prueba contundente de que vivimos una época en la que todo, absolutamente todo, es posible


René Palacios

 

Como una muestra más de que el mundo actual no parece tener ni pies ni cabeza, esta semana y en el contexto del inicio del Campeonato Mundial de Futbol en Rusia, la FIFA anunció con bombo y platillo que la sede del mundial a celebrarse en 2026 la compartirán Estados Unidos, México y Canadá. Este anuncio se dio a tan solo unas cuantas horas de que el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se retirara abruptamente de la cumbre del G7 que se estaba desarrollando en la provincia de Québec, en Canadá, no sin antes acusar al Primer Ministro canadiense, Justin Trudeau, de ser débil, mentiroso y de haberle dado una puñalada por la espalda, y de amenazar una vez más con cancelar unilateralmente y así por sus pistolas el Tratado de Libre Comercio de América del Norte del que Canadá es socio.

A lo anterior hay que sumarle los 17 meses a lo largo de los cuales el inquilino de la Casa Blanca ha hecho de México su particular pera de boxeo y ha proferido sobre nuestro país y sobre los mexicanos las declaraciones más insultantes e irrespetuosas de cuantas se hayan proferido a lo largo de dos siglos. No deja de ser una dolorosa e irónica prueba de que los tiempos que vivimos son trágica y absurdamente inéditos, el hecho de que el anuncio de la oficialización de la sede tripartita del mundial del 2026 se haya hecho la misma semana en la que el jefe del Gobierno de Estados Unidos haya insultado a su homólogo canadiense y haya continuado con su retórica antimexicana, que incluye expulsiones masivas de migrantes indocumentados y la construcción de un muro que divida físicamente a ambas naciones.

Por si a alguien le cabía alguna duda, el anuncio de FIFA es prueba contundente de que vivimos una época en la que todo, absolutamente todo, es posible.