Vandalismo senatorial

 

Que me disculpe don Ricardo Monreal, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, pero no estoy de acuerdo con la colocación de los rostros de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala de la Independencia. Si de lo que se trata es de cargarle mayores culpas al Gobierno Federal, quiere […]


Que me disculpe don Ricardo Monreal, Presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, pero no estoy de acuerdo con la colocación de los rostros de los normalistas de Ayotzinapa desaparecidos en Iguala de la Independencia. Si de lo que se trata es de cargarle mayores culpas al Gobierno Federal, quiere decir entonces que estarán utilizando el caso de forma miserable para provocar una andanada de epítetos contra el Presidente de la República.

Lo peor de todo, es que están utilizando un motivo muy doloroso y eso habla de un manejo pér do de la circunstancia actual. Lo primero que tengo que decir es que no estoy de acuerdo con colocar en las rejas del Senado de la República las fotogra as de los desgraciados que perdieron la vida a causa de entrometerse en asuntos que nada tenían que ver con su principal misión: estudiar y ser hombres de bien como señala el decreto de la creación de las Escuelas Normales Rurales.

No comparto la forma en que muchos han pretendido colocar a esos muchachos en el papel de mártires, porque no estaban estudiando, que era su principal tarea, estaban a 140 kilómetros de su centro de estudios entrometiéndose en la disputa de dos grupos de narcotra cantes. Por desgracia alguien decidió victimarlos, porque todavía no sabemos bien quien emitió la orden de su martirio y la forma en que desaparecieron sus restos mortales.

Si algo ha quedado claro al paso de los años es que ni el Gobierno Federal ni el Ejército Mexicano tuvieron que ver en el horrendo resultado de esa noche fatídica. Pero el principal error del Presidente Enrique Peña Nieto fue no haber consignado de inmediato a su compadre Ángel Aguirre Rivero, quien otorgaba permisibilidad a la pareja que regía los destinos de Iguala, y cuyos parientes eran parte importante de uno de los cárteles más poderosos del país.

Lo único que puedo decir de la pretensión de colocar en las rejas del Senado de la República los retratos de los estudiantes que desaparecieron en Iguala, es que estamos ante el más brutal despropósito de los enanos que dirigen a lo que hemos llamado la tribuna más alta del país. En este país existen millones de mexicanos que con mucho esfuerzo han construido esas instituciones que ahora la Mesa Directiva mancilla con un lamentable despropósito.

Quienes tienen que estar ahí son los rostros de esos millones de hombres y mujeres que han construido al México de ahora y que los respetables senadores desprecian. Ahí debieran colocar los nombres de los hombres y mujeres que con su trabajo mantienen a esos zánganos que piensan que con sus venales ocurrencias hacen patria. Lo único que lograran construir es es el desprecio de las generaciones venideras por su despropósito de reescribir la historia para justi car su carencia de principios y valores, totalmente distintos al de los millones de hombres y mujeres que todos los días hacen patria.

Al tiempo.

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