Venezuela tiene tanto de democrática como la Antártida

 

Para qué cuernos los países del hemisferio firmaron la famosa carta en 2001


Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver. Y esto vale para la comunidad interamericana en lo relativo a la activación de los mecanismos sancionatorios previstos por la Carta Democrática Interamericana de cara a la crisis política por la que atraviesa Venezuela. Difícilmente encontraremos un caso más paradigmático de ruptura del orden constitucional, de violación de los principios democráticos y de la separación e independencia de poderes que el venezolano. Y sin embargo, en la OEA siguen valorando si ha lugar o no ha lugar a la activación de la carta.

De verdad uno se pregunta como para qué cuernos los países del hemisferio firmaron la famosa carta en 2001 si llegado el caso la iban a utilizar como papel higiénico. Resulta que Didalco Bolívar, vocero chavista, dijo este martes que los partidos que integran al gubernamental Polo Patriótico de Nicolás Maduro, ya discuten la posibilidad de solicitar al Tribunal Supremo de Justicia de Venezuela, órgano este último que es un apéndice del Ejecutivo venezolano, que decrete la abolición de la Asamblea Nacional. Sí, la Asamblea Nacional, el Congreso venezolano pues.

El mismo que desde que en las elecciones legislativas celebradas en Venezuela en diciembre de 2015 la oposición arrasara, funciona con un dominio opositor en el que la mesa de unidad democrática cuenta con 112 escaños y el oficialismo con 55. El chavismo argumenta que la Asamblea Nacional ha usurpado las funciones del gobierno, ha violado la constitución, ha abusado de su autoridad y ha traicionado a la patria, es decir, puras tonterías. Sostener hoy por hoy que Venezuela es una democracia es tanto como decir que Haití es una potencia nuclear. La indecisión que de cara al drama venezolano han demostrado los estados democráticos que integran la OEA comienza, sin duda, a constituir una grave irresponsabilidad.