Error tras error

 

La intención del gremio magisterial no era solucionar el conflicto, sino alargarlo el mayor tiempo posible


Mientras Estados Unidos estuvo construyendo un sistema de valores que le dieron cohesión e intereses comunes a su heterogénea población, en México iniciamos una lucha cruda por el poder y un sistema en el que quien gana se queda con todo y quienes pierden tratan de arrebatárselo. Así de simple es nuestro sistema político, y aunque ha sido funcional, la realidad es que tenemos los mismos índices de pobreza que hace poco más de 200 años que iniciamos nuestra independencia de la España Imperial.

Lo que estamos viviendo ahora con la Reforma Educativa forma parte de esa tradición salvaje a la que nos acostumbramos, pero lo peor es que nos vanagloriamos de ello. Finalmente el Gobierno Federal a través del titular de Gobernación anunció que intervendría para solucionar el problema que presentan los bloqueos en Oaxaca y Chiapas para sus habitantes, pero sobre todo para aquellos que viven en las zonas de mayor precariedad y donde han comenzado a escasear los productos de la canasta básica.

Para decirlo de otra forma, ante la eventual posibilidad de que se desencadenara un proceso de hambruna, el presidente Enrique Peña Nieto y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, entendieron que los miembros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación les estuvieron tomado el pelo durante todo este tiempo en que prepararon su representación para la Mesa de Diálogo, discutieron con el gobierno, y se levantaban de la mesa aduciendo buena voluntad. Pero seguían manteniendo los bloqueos.

La candidez ha sido ejemplar, y la tomadura de pelo brutal. Así de simple podemos calificar el rotundo fracaso de la presunta mesa de negociación que resultó, repito, una tomadura de pelo porque la intención del gremio magisterial no era solucionar el conflicto, sino alargarlo el mayor tiempo posible sabedores que a quien urgía salir del atolladero era al Gobierno Federal.

Si desde la oficialidad confiaron en que los argumentos esgrimidos, totalmente válidos por cierto, serían suficientes para despertar la buena voluntad del magisterio disidente, pecaron de cándidos. La razón está del lado del Gobierno Federal, y lo conducente era sentarse con ellos no a discutir, sino a establecer plazos para el abandono de los campamentos que el magisterio organizó para colapsar las vías terrestres. La representación magisterial sabía bien a lo que iban a las oficinas de Bucareli. Tenían que dejar los acuerdos de lado y utilizar los recursos de la dilación que tienen muy bien entrenados. Lo previsible es que la insurgencia siga de forma intermitente. El juego del gato y el ratón.

Al tiempo.

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