Los buenos y los malos

 

Lo previsible es que la elección de 2018 se convierta en la disputa entre grandes bloques


Después de los acontecimientos protagonizados por la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y la debilidad mostrada por el Gobierno Federal, algunos trasnochados de la izquierda de este país han comenzado a realizar elucubraciones en torno a la forma en que se desarrollará la elección del 2018, y la posibilidad real de que puedan ganar con una coalición encabezada por Andrés Manuel López Obrador.

Y no es que sea imposible lograr un frente amplio de izquierdas para enfrentar al conservadurismo mexicano, el problema radicará en que el señor Andrés Manuel López Obrador buscará que, como antaño, todos los partidos pongan a su disposición los fondos para que sean utilizados de forma discrecional por el hombre de Macuspana, quien sigue imponiendo las prácticas que tanto critica en el discurso, pero que le han permitido vivir cómodamente sin trabajar en los últimos veinte años.

No es descabellado pensar en la recurrencia del mismo escenario que se presentó en la elección del 2012, donde el señor López disfrutó de la entrega y “generosidad” de los partidos de la izquierda mexicana, quienes pusieron a su entera disposición los recursos públicos que le correspondían a cada fuerza política, mismos que disfrutó sin necesidad de rendir cuentas, como nunca lo ha hecho.

Lo previsible es que la elección del 2018 se convierta en la disputa entre los grandes bloques. El primero sería el que me he referido en líneas anteriores, encabezado por Andrés Manuel López Obrador, y agrupando a la mayor parte de los partidos y expresiones políticas que militan en el lado izquierdo del espectro ideológico, y el segundo, las dos fuerzas restantes que tienen en común, en estos momentos, que se mueven del lado de la derecha conservadora.

Para decirlo más claro, el “Nacionalismo Revolucionario” que alguna vez detentara el Partido Revolucionario Institucional, hoy es ocupado por el señor López Obrador, mismo que impondrá a los partidos de izquierda. Por lo que corresponde al PAN y al PRI, el presidente Enrique Peña Nieto se ha encargado de unirlos en el centro derecha, y deben entender que si quieren tener oportunidad en el 2018, no existe otra opción más que una candidatura de unidad. Ahí es donde muchos visualizan a José Antonio Meade Kuribreña, un hombre que ha sabido trabajar de forma eficiente con ambas fuerzas políticas. A eso se llama pragmatismo.

Al tiempo.

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