Volver al pasado

 

En Brasil las protestas han aumentado y cada vez surgen más elementos para hacerlas


En Brasil se acrecienta el descontento ante lo que fue el gobierno de la dupla LulaRuoseeff. El domingo fue un día en el que la batucada de protesta se hizo notar en Brasil. Vem Pra Rua, el Movimento Brasil Livre (MBL) y otros grupos que participan en las protestas acompañan sus denuncias contra la corrupción con una agenda económica liberal.

En Brasil las protestas han aumentado y cada vez surgen más elementos para llevarlas a acabo. En su momento, analistas advirtieron que los brasileños, golpeados por más de dos años de recesión económica, podrían empezar a dar señales de cansancio ante los escándalos de corrupción.

El último de ellos fue el de los sobornos pagados por frigoríficos a inspectores para vender carne vencida, afectando las exportaciones de la potencia agroganadera sudamericana.

Los empresarios comenzaron a tomar un papel protagónico. Según ellos, el gobierno no está disminuyendo ningún gasto. Y quiere aumentar impuestos. Otro dilema de los manifestantes es el de quién podría beneficiarse de una barrida general de la clase política.

La agitación política entre naciones vecinas y la tensión provocada al interior del país de la samba son elementos para generar un ambiente adverso.

Los  análisis advierten que la lista de desafíos económicos, sociales y hasta judiciales proyectan un gobierno obligado a obtener resultados contra reloj antes de las próximas presidenciales de 2018.

Michel Temer prometió revivir la economía por medio del recorte de gastos del gobierno con medidas de austeridad impopulares y una reforma al sistema de pensiones. La situación en Brasil es convulsa y muy agitada en términos de percepción y eso sólo se cura con el tiempo y con medidas con suficiente credibilidad en una economía que se agita.

En Brasil ya se cumplieron 12 años de escándalos de corrupción ligados al poder político. En 2005 surgieron las primeras denuncias de la complicada red de pago de sobornos a políticos aliados y durante 2006, Lula tuvo que hacer movimientos en su gabinete y tratar de corregir el camino ya que al parecer la oposición de los mercados contra el mandatario volvían a crecer. Ahora vuelve el descontento y nadie detiene esa ola con fuerza llamada castigo popular en las urnas.