Voraces

 

Montos astronómicos derivados de las fotomultas, corralones y problemas de verificación


Lo invito a dar un vistazo al catálogo de multas vehiculares en la Ciudad de México.

Se va a ir de espaldas. A los montos astronómicos derivados de las fotomultas, corralones y problemas en la verificación, deben agregarse otros como limpiaparabrisas sin funcionar, no contar con llantas o frenos en buen estado ($1,024), no tener extintor o herramienta complementaria ($819), o luces apagadas después de las 18 horas ($2,800).

No son malos estos conceptos. El problema es la discrecionalidad derivada de su generalidad. Pueden resultar una mina de oro para agentes corruptos. Ya los vimos mover de lugar motos y carros para poder llevárselos al corralón.

¿Cómo determinar a simple vista una llanta en mal estado o la carencia de extintor o herramienta “complementaria”? ¿Cuál es ésta? ¿Cuál sería el motivo para detener a alguien por estos asuntos y obligarlo a abrir su cajuela? ¿Basta la simple sospecha del agente de tránsito?

Hay otras 2 violaciones que, si fueran castigadas realmente, duplicarían las arcas públicas de la CDMX: reparar vehículos en la vía pública ($2,048) o instalar cualquier objeto para apartar estacionamiento ($2,390).

Ambos están multiplicados por toda la ciudad. En el segundo caso bastarían las colonias Villa de Cortés, Tránsito y Country Club, donde los vecinos apañan de mala manera con piedras, macetas y botes con cemento cada espacio disponible, pero en realidad sucede en toda la ciudad. La autoridad no hace nada, pues seguramente afecta su imagen.

Todo el rigor es para los ciudadanos. El transporte público parece estar exento.

Basta ver las cafeteras que lo prestan, las bases en doble fila, la falta de luces delanteras y traseras, la olímpica ignorancia a los semáforos, entre otras mil violaciones. Las presas somos nosotros, los pagadores de impuestos, los cumplidores de la ley.